La violencia deslegitima a los que dan caña a Güemes
viernes 03 de octubre de 2008, 14:39h
Era previsible que sucediera lo que pasó en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid. El consejero de Sanidad, Juan José Güemes, que acudió a este centro sanitario para inaugurar una nueva sala robotizada de cardiología, fue increpado e insultado por el comité de recepción sindical, que le llamó de todo y perdió el control al recurrir a la asquerosa violencia que deja en mal lugar a los que actúan de esa manera tan irracional. Cabrón fue lo más bonito que le llamaron y él contestó acusando a los sindicatos UGT y CCOO de buscar manifestantes entre sus liberados en la Sanidad madrileña.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, cifró en unos 1.600 el número de liberados y dijo que casi 1.000 lo son a tiempo completo. Consideró razonable que la Fiscalía haya abierto diligencias para aclarar lo sucedido y dijo que si los que montaron un buen follón en aquella manifestación de la AVT -en la que el hoy presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, recibió algo más que caricias- fueron multados y algunos detenidos, los que han recurrido a la violencia contra las visitas de Güemes a los hospitales madrileños deberían llevarse también lo suyo.
La mandataria madrileña, que pidió a los sindicatos que se aprieten el cinturón en esta etapa de crisis económica reduciendo el gasto improductivo de sus liberados, olvidó calificar con los mismos adjetivos dedicados a los liberados a los que se comportaron como verdaderos cafres en la manifestación contra la política antiterrorista de José Luis Rodríguez Zapatero que provocó la caída del entonces delegado del Gobierno en Madrid, Constantino Méndez.
Güemes, que ha lanzado la piedra escondiendo la mano, echa la culpa de todos los incidentes que se montan en cada una de sus visitas hospitalarias a los liberados traídos por UGT y CCOO. Insinúa que son muchos los que cobran de la Administración regional para no trabajar y dedicarse a ponerle verde en las manifestaciones, sin informar de que éstos no se liberan por arte de magia sino que dejan de desempeñar funciones laborales para dedicarse a currar para su sindicato aceptados por sus patronos, a propuesta de sus jefes sindicales.
Desarrollan sus nuevas tareas acogiéndose a normas aprobadas por todos y si Güemes considera que hay que modificar algo que lo explique, pero que no nos lance a la cara esas medias verdades que nada aclaran. UGT y CCOO están en su pleno derecho de mostrar su apoyo o rechazo a la política sanitaria de la Comunidad de Madrid, pero si avalan la violencia con su silencio perderán toda su legitimidad para defender una gestión distinta de la Sanidad a la que lleva a cabo el PP de Esperanza Aguirre.
No es verdad que la iniciativa privada sea la mejor solución para garantizar a todos los madrileños una atención sanitaria de calidad y trato cercano. Que la Sanidad siga siendo pública sólo porque la titularidad de los centros hospitalarios siga en manos de la Comunidad de Madrid, aunque los servicios vayan paso a paso quedándose en manos de los empresarios que se meten en esto para forrarse y engordar sus cuentas de resultados, no aclara nada en el debate necesario sobre Sanidad Pública o Privada. La Sanidad Pública sigue siendo un camino a recorrer que puede llevar a mejorar lo que tenemos, pero si la oposición a la entrada de los privados no se basa en argumentos sino en actos violentos, sus defensores perderán la razón y se quedarán sólo con el monopolio de los gritos, insultos, zarandeos y actos violentos, que dan asco.