Se va uno de los grandes. "Don José María Cuevas", como ha escrito uno de sus "enemigos" históricos, Cándido Méndez, el secretario general de la UGT. Con seguridad, lo mismo piensa de él José María Fidalgo, el líder de Comisones Obreras. Entre los tres nos han dado décadas de diálogo social, acuerdos sociales para avanzar y una paz laboral que, en los años de la transición, parecía imposible. Ha sido fruto del diálogo, del esfuerzo por buscar lo que une y de la decisión meditada de aparcar lo que les separa, que no es poco. Hace ahora dos años, José María Cuevas, valoraba ese consenso entre empresarios y sindicatos y me decía que "los políticos deberían dedicarse más a resolver los problemas de la sociedad y a no generar discursos partidistas que no entiende demasiado la ciudadanía". Más o menos lo que él ha venido haciendo durante casi cinco lustros.
Cuevas ha dado un ejemplo de cómo liderar una patronal y crear una marca que hoy es mucho más valorada que hace treinta años, la marca "empresarios". Cuando daba sus primeros pasos la CEOE, con Ferrer Salat al frente, y Cuevas en el equipo gestor, se decía que en España no había empresarios sino patronos y la suya era una ocupación escasamente valorada y sometida a la guerra permanente con los sindicatos. Hoy ser empresario, creador de empleo, es más reconocido y algunos se codean internacionalmente con los mejores. La batalla con los sindicatos pasó a ser un debate permanente gracias, entre otros, a José María Cuevas al que habría que hacerle un homenaje como se merece el hombre que nunca quiso ser protagonista en los periódicos, en las televisiones y, mucho menos, en la fama, pero que nunca se escondió para llamar a las cosas por su nombre y denunciar aquello que no le gustaba. No fue enemigo ni del PP ni del PSOE, pero tampoco fue dócil a ninguno. Después de seis elecciones ganadas por aclamación, de haber visto pasar por el cargo a cinco presidentes de Gobierno y a cinco líderes sindicales -tampoco aquí hay mucha renovación que se diga- todos ellos sólo han visto a un líder de la patronal que, además, no era empresario. Alguna razón habrá.
Ahora entrega el testigo a Gerardo Diaz Ferrán un empresario gallego de muchos vuelos. No ha habido discusión en el traspaso de poderes, pero Diaz Ferrán no es Cuevas, aunque tiene su talante y se ha curtido en la patronal "cuevista". El voto de confianza lo tiene, pero la paz en la CEOE no será la misma sin Cuevas al frente y con elecciones en el horizonte 2010. Además, el futuro presidente de CEOE debe hacer cambios en una patronal a la medida de otro y proponer reformas estructurales en la economía. No lo tiene fácil.