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Ecléctico(s) y camaleónico(s)

Ecléctico(s) y camaleónico(s)

martes 18 de noviembre de 2008, 20:02h
José Bono Martínez, el presidente del Congreso de los Diputados, vuelve a estar en el cogollo del meollo mediático. A él le ocurre como a Zelig, aquel personaje de Woody Allen, capaz de mimetizarse no ya con su entorno, sino con el más importante de los personajes que en él aparecían. ¿Talento adquirido y desarrollado o cualidad innata? Pongamos que mitad y mitad.

    El columnista, desde hace tiempo, mantiene un cierto interés por el personaje castellano-manchego. Para ser exactos, Bono no le cae mal del todo. Esta vez la cosa viene por algo que, en principio, cuestiona la no-confesionalidad de las Cortes. Es la tan traída y llevada colocación de una placa recordatoria de que, en uno de los edificios de la ampliación del Congreso, nació, en 1891, Santa María Maravillas de Jesús. Con la oposición, por ausencia expresa, de una de las vicepresidentas socialistas, la Mesa de la Cámara aprobó la tal colocación.

    A partir de este hecho, opiniones para todos los gustos. El reglamento del Congreso de los Diputados no contempla casos semejantes. Su resolución la deja al acuerdo razonado de la Mesa. Bono, naturalmente, ecléctico hasta las cachas, que casi llega al extremo de parecer gallego (“Dios es bueno, pero el diablo tampoco es tan malo” solemos decir), se pone en plan institucional y enciende una vela al catolicismo integrista (la santa, muerta en 1974, merecería un detallado estudio psiquiátrico) y otra a la tibia laicidad institucional. Por eso, ahora, ante la polémica, remite la decisión a una nueva reunión de la Mesa en el Congreso. José Bono siempre en la procesión y repicando, que no se diga.

Quizá porque el presidente del Congreso nunca ha ocultado su filiación religiosa. Una adscripción ambivalente, con viene recordar. Bautizó a su hija adoptiva, siendo presidente de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, en la seo toledana, oficiando el arzobispo y con salida fotográfica en la revista ¡Hola!. Cierto. Pero este año, al inicio del verano, se dejó ver junto a los curas progres y rebeldes en la madrileña parroquia de Entrevías, participando de la Eucaristía, en una celebración cuya poco solemne liturgia había merecido serias censuras previas del arzobispo de Madrid. Lo bueno –o lo malo, según se mire— de todo es que, en ambos casos, José Bono no parecía estar fuera de lugar. Trajeado en la catedral toledana; en mangas de camisa en Entrevías... Si esto no es un don preternatural, que venga Dios y lo vea. Vamos, para maravillarse con o sin la intercesión de la santa de marras.

[Estrambote togado: el autoproclamado Juez Universal, Baltasar Garzón Real, declina hoy, mediante un auto de 152 páginas, el seguir con la instrucción de la causa general contra el régimen franquista. Para él, sin duda, el principal objetivo, el de ser el centro de la atención mediática, ya está cumplido. Durante mes y pico todos hemos hablado de él. (A su lado, el mencionado Bono Martínez es de una discreción y humildad auténticamente monacales). El ego de Garzón, sin duda alguna, está satisfecho. Aunque el magistrado deje atrás las esperanzas infundadas –lo suyo, a tenor de la legislación vigente, era un auténtico disparate jurídico—de las asociaciones de reivindicación de las víctimas y desparecidos del franquismo. Abrió falsas expectativas. Mezcló churras –la apertura de las fosas— con merinas –el encausar a los responsables del franquismo--, se esponjó como un pavo real y, ahora, hace caso a la Audiencia Nacional. Muy llamativo. Muy poco ético. Y todo ello con el dinero que pagamos y los medios que allegamos los contribuyentes. El columnista tiene cuerpos de familiares en esas fosas. Pero al columnista, como a cualquier ciudadano sensato, le basta con que el gobierno, este gobierno, aplique la Ley de Memoria Histórica, destinando los medios necesarios a tal efecto. Que esta es otra]
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