El grado de expectación con el que el nuevo presidente de los Estados Unidos toma posesión y empieza a ejercer su cargo no parece que tenga precedentes, y puede responder, por igual, al vuelco político y social que se ha producido en Estados Unidos y en el resto del mundo, como a la necesidad que muchísimos ciudadanos tienen de que tales cambios se produzcan. El cambio ha llegado a América, ciertamente, donde durante décadas y décadas era impensable que una persona de color llegara a la Casa Blanca y a su despacho oval, salvo como visitante... El grado de expectación que espera a
Obama se ha demostrado estos días con el peregrinaje de miles y miles de personas que han acudido a la capital estadounidense, pero también en los

análisis esperanzadores que se han elaborado e todas las lenguas del mundo. E propio Obama ha advertido sobre lo descomunal de tantas previsiones y esperanzas. No será fácil que todas ellas sean atendidas y satisfechas, ciertamente. Pero el tiempo Obama se está iniciando, está empezando, y a sus propias fuerzas unirá las que aporta el cargo, de "emperador de Occidente", y las de las personas a quienes ha convocado a colaborar con él desde puestos de responsabilidad. Pocos parece que se quedarán al margen de esa tarea ambiciosa de "cambiar la humanidad" que se ha tomado sobre sí el presidente negro.
A las seis de la tarde de este martes veinte de enero se ha producido el relevo del inquilino de la Casa Blanca, y empezará el ejercicio de su cargo el presidente Obama, cuya influencia es ya apreciable en muchas cuestiones y problemas pendientes, como sucede con la reciente crisis de Oriente Próximo. ¿Podrá Obama resolver esta cuestión pendiente? Y del mismo modo, está por ver que afronte y resuelva otra serie de problemas "heredados" de su antecesor: La invasión de Irak, la guerra de Afganistán, la ilegalidad del campo de concentración de Guantánamo... Son o han de ser algunas de las materias que ya tienen fecha de caducidad y necesidad apremiante de solución. Pero, sobre todo, la gran crisis económica y financiera de nuestros días, a la que Obama viene prestando atenciones preferentes en los últimos meses, con la designación de primeros expertos y técnicos de excelente calificación. Todos confían en Obama, en toda suerte de cuestiones... Por supuesto, la tiene también el ciudadano americano medio, que padece en carne viva los rigores de todas las crisis, y que está pagando, con su aportación de contribuyente, los abusos y vicios del sistema financiero internacional.
Obama ocupa ya la Casa Blanca, con su esposa, sus hijas y hasta su suegra, según se nos ha relatado. Y con su equipo de colaboradores, todos decididos a afrontar y resolver "los problemas del mundo", nada menos. ¿Hay alguien capaz de atreverse a tanto y de no perecer en el intento? Nunca se produjo tal grado de expectación y de esperanza. El mundo cree en él y en los poderes taumatúrgicos del negro que llegó a despachar en la Casa Blanca. Del buen ejercicio de su mandato vamos a estar todos pendientes, y todos nos veremos felices con sus éxitos y doloridos con sus fracasos. Nos va mucho en ello, sencillamente porque éste es
"el gobierno del mundo".