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El KERS del metro

martes 03 de febrero de 2009, 13:43h
Metro de Madrid ha adelantado, y por mucho, a uno de los gigantes mundiales en desarrollo de nuevas tecnologías: la Fórmula 1. Los bólidos de la máxima categoría del automovilismo deben implementar en el Mundial de 2009 -si nada cambia- el sistema de recuperación de energía cinética en la frenada, una mejora que ya incorporaban los trenes de la serie 5000, los más antiguos del actual parque de Metro.
En los años 90, Metro ya había comprendido que dar servicio a la ciudad de Madrid necesitaba, además de una considerable cantidad de energía eléctrica, una notable eficiencia. El medio para alcanzarla fue que los fabricantes incluyeran en los convoyes un sistema de recuperación de energía cinética o freno regenerativo.

En este KERS (Kinetic Energy Recovery Systems en inglés), los motores del tren actúan a la vez como consumidores y como generadores de energía. Cuando se produce la frenada, comienzan a girar en sentido inverso al de la marcha, activando con su movimiento el generador al que van unidos y entregando potencia al hilo de trabajo.

La energía sube hasta la catenaria y es aprovechada para arrancar por los trenes que circulan en sentido inverso, siempre y cuando no se encuentren a una distancia mayor de un kilómetro. En caso contrario, la electricidad es recogida por la central de abastecimiento más próxima, que después la redistribuye según la demanda o la disipa.

Panel de control de un tren de la serie 7000En la cabina, el conductor del convoy cuenta con el correspondiente medidor de tensión, en el que queda reflejada la cantidad de energía consumida o generada. Cuanto mayor es la frenada, más potencia se entrega al hilo de trabajo y más se mueve la aguja hacia la izquierda del panel. Al contrario, cuanto más se acelera, más electricidad se consume y más se escora la aguja hacia la derecha. Este sistema permite ahorrar hasta un 33% de energía en el proceso, o, lo que es lo mismo, ahorrar "una cantidad equivalente al consumo de toda la Línea 2 durante un año", según Metro de Madrid.

De la F-1 a la calle
La F-1, que padece más que otros sectores la crisis económica y es el paradigma del gasto y la espectacularidad, ha asumido ahora que para su supervivencia es necesario un ahorro de costes como el que el KERS puede proporcionarle en términos de combustible. Su forma de implementarlo será una versión modificada de la que ya se utiliza en el metro.

Antes del freno regenerativo, el suburbano se valía de uno reostático que disipaba el calor de la frenada a través de una resistencia. En el caso de la F-1, el KERS acumulará la energía calorífica que los grandes frenos de disco desprendan al accionarse. Acumularán la misma en un volante de inercia y éste la transmitirá a las ruedas motrices (las traseras), otorgando una potencia extra de aproximadamente 80cv durante casi siete segundos en la fase de aceleración -la que más gasolina consume- inmediatamente posterior.

La solución del freno regenerativo, que en Metro de Madrid utilizan las series 5000, 3000, 7000 de trenes y todas las posteriores en la mayoría de las líneas, será una apuesta de futuro también en los vehículos de calle. Estos coches híbridos funcionarán de manera análoga y acumularán la energía en baterías o condensadores. Para ello deberá superar la fase de perfeccionamiento en que aún se encuentra en la Fórmula 1 y que ya superó en el metro en su día.

Más medidas de ahorro

A pesar de la actualidad que rodea al KERS, este no es el único sistema de ahorro energético que la Consejería de Transportes e Infraestructuras ha implementado en el transporte público más utilizado por los madrileños. Las estaciones de nueva contrucción aprovecha la luz solar para iluminar los accesos durante gran parte del día. Además, la red cuenta con células fotoeléctricas que detectan el grado de luminancia necesario para regular el sistema de encendido o apagado. También se ha automatizado  el funcionamiento de las escaleras mecánicas, dotándolas de un dispositivo para ir con mayor lentitud cuando ningún pasajero las está utilizando.

Todo ello consigue que Metro sea no sólo el transporte más utilizado por lo madrileños, sin que viajar en él suponga cada año emitir cuatro veces menos de CO2 a la atmósfera.
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