Las obras de depresión de la A-2 a la altura de Canillejas que realiza el Ministerio de Fomento están ocasionando numerosos atascos que provocan problemas circulatorios en tres distritos de la ciudad.
En febrero 2008 se regresaron las máquinas del Ministerio a la zona para continuar las obras después de dos años paradas. Desde entonces, conducir por la zona se asemeja a un circuito de Fórmula 1, pero con atascos perennes.
El último problema se produjo el pasado jueves. El Ejecutivo que dirige Magdalena Álvarez cortó sin previo aviso la vía de servicio de la A-2 correspondiente a la calle Josefa Valcárcel desde el puente del barrio de Piovera, entre el distrito de Hortaleza y el de San Blas, hasta la estación de Metro de Canillejas.
La señalización, que corresponde realizarla en esta vía al Ministerio de Fomento, a través de la DGT, es pésima. La señalización luminosa de la A-2 no avisa de forma concreta de la naturaleza de la obra que se está realizando y el único cartel de aviso cercano del estrechamiento se encuentra a apenas quince metros del problema.
El resultado es un nuevo atasco en el caos circulatorio que esta obra, que está en desarrollo desde hace doce años y que ha sufrido múltiples parones, provoca. El tramo de carretera cortada ha ocasionado que muchos vecinos de este margen de la A-2 se vean obligados a buscar itinerarios alternativos mucho peores para llegar a sus destinos. Y es que, el acceso natural al distrito de San Blas por esta zona, en la calle Martín Ferreiro (en la que hay dos colegios y una escuela infantil) se ha colapsado.
De la misma forma, la curva que da acceso al puente de Piovera también se atesta de coches aunque no sea hora punta y ocasiona que por el despiste de los conductores se creen dos carriles: uno de acceso al puente y otro para girar a la izquierda hacia Martín Ferreiro a pesar de que está prohibido. Lo único que ha hecho Fomento para evitarlo es colocar cuatro conos en medio de la calzada que nadie respeta.
Zona escolar
A pesar del caos circulatorio, Madridiario pudo comprobar cómo en la zona no aparece ni un policía municipal para arreglar el desaguisado. La EMT ha tenido que desviar al menos cuatro líneas de autobús, entre ellas el N-4, para esquivar el problema. Clara López es una madre que lleva a su niño a un colegio cercano. Explica que, a pesar de que hay numerosas zonas escolares en la zona, no se ha puesto remedio al problema circulatorio. "Hay peligro real de atropello, sobre todo para los niños, porque al estar mal señalizado, la gente se salta las normas para poder pasar", asegura.
El puente es un acceso fundamental desde este nudo a los distritos de Hortaleza y, sobre todo, de Barajas (esta es la entrada principal para los vecinos de este último, además de la situada en el barrio del Aeropuerto, la M-40, y la M-11; y por el que pasan las principales líneas de autobús urbano e interurbano). Los vecinos de estos distritos también sufren las consecuencias de este corte y los numerosos cambios de tráfico que se han proyectado a su lado de la carretera. Sólo hay que seguir el camino que lleva a Barajas para ver la magnitud del problema circulatorio. El puente, que ya tenía poca capacidad antes de la obra para absorber tanto tráfico, ahora está colapsado en ambos sentidos (sobre todo, de acceso a San Blas).
La Piovera, máxima afectada
La señalización en este lado, que corresponde al Área de Movilidad del Ayuntamiento, es bastante más clara y más útil, aunque obliga a los conductores que vayan en cualquier dirección (centro de Madrid o Barajas) a meterse de lleno por la Piovera. Este barrio es el gran afectado por las obras. Ya no sólo en cuestión de movilidad, sino también de ruido. Todo el tráfico de autobuses y coches que antes pasaba por la vía de servicio, ahora cortada, se ha redirigido en sentido Barajas por la calle del Vizconde de Uzqueta y la calle Añil hasta llegar a la avenida de Logroño, y en sentido centro de Madrid por las calles de Luis de la Mata y de la Galatea hasta alcanzar el acceso a la A-2.
Los vecinos se quejan de que antes de empezar las obras no tenían apenas ruido de tráfico excepto en la confluencia de la calle de Guadalajara con el puente hacia San Blas. María Dolores, uan vecina del barrio, explica: "Estamos hartos. Me gustaría que la ministra supiese lo que es tener que soportar esta cantidad de tráfico desde las seis de la mañana y hasta la noche. Seguro que al segundo día ya lo habría arreglado. Pero aquí parece que no importa porque con la excusa de las obras se creen que pueden molestar todo lo que sea necesario".
Ahora, los vecinos aseguran que el problema del ruido se ha generalizado, agudizado más si cabe por la sinfonía de cláxones, frenazos y discusiones que provocan, desde primera hora de la mañana, los atascos. Además, aunque estaba previsto en el planeamiento de la obra, Fomento no ha instalado pantallas acústicas para prevenir del ruido de las máquinas a los vecinos que tienen viviendas frente a la carretera nacional.
El atasco continúa más adelante si se llega a la confluencia de la avenida de Logroño con el puente de Canillejas, el cogollo de la obra. Allí los coches procedentes de Barajas y de la M-40, coinciden con los provenientes de la Piovera y los del tramo de la vía de servicio de la A-2 que aún no ha sido cortada, en una glorieta provisional donde hay un nuevo nudo de atascos.
Para agravar la situación, en ese punto hay cuatro paradas de autobús, tres urbanas y una interurbana que tienen mucho tráfico de líneas; y tres pasos de peatones que dirigen a los ciudadanos principalmente al puente de Canillejas, donde está el acceso a la estación de Metro de Canillejas. El caos circulatorio es tal que los coches, con tal de no perder la posibilidad de entrar en la glorieta se saltan los semáforos, provocando auténticas situaciones de peligro para los peatones, que tienen que ir esquivando a los automóviles.
Puente peligroso
La obra también afecta al acceso al puente, el único lugar de paso peatonal actualmente entre Alcalá y avenida de Logroño. Se llega a él a través de una estructura prefabricada que se encuentra en mal estado. "Se hunden las tablas de madera que han colocado para cruzar. Esto es peligrosísimo, sobre todo estos días, que llueve", comenta un vecino del barrio de Piovera que tiene que cruzar todos los días para coger el autobús. Ricardo es taxista y está indignado con la situación. "No sé ni cuántos años lleva esta zona fatal para conducir y cada vez que hacen alguna nueva operación todo es peor que el día anterior. No sé quién es el técnico que ha diseñado el plan de circulación de la zona, pero ni un niño pequeño lo haría tan mal".
Este taxista agrega que el mal diseño de la obra y su situación peligrosa ya han provocado, que él sepa, al menos, dos muertos en accidente de tráfico en este punto de obras de la carretera de Barcelona. El lugar es un punto conflictivo de tráfico porque soporta el tráfico procedente del este de la región y del aeropuerto. Cada día pasan por este tramo de la carretera de Barcelona una media de 134.000 vehículos.
En la actualidad el único lugar para acceder de un distrito a otro es un paso elevado por el que discurre la M-40. Tiene un carril por sentido y un ceda el paso que provoca retenciones, sobre todo, cuando pasan las líneas de EMT y los camiones que transportan mercancías al polígono industrial de Las Mercedes.
Madridiario ha intentado conseguir una respuesta del Ministerio ante este problema, pero no ha recibido contestación.