El portavoz nacional del BNG,
Anxo Quintana, presentó en la mañana de este sábado, dos semanas después de las elecciones autonómicas gallegas, la dimisión de toda la Ejecutiva y ha anunciado que no tiene intención de presentarse de nuevo al puesto en la Asamblea extraordinaria que la formación celebrará a principios del mes de mayo. De modo que puede hablar de final de la vida política de quien ha ejercido como "hombre fuerte" del Gobierno gallego en la pasada legislatura, y a quien muchos culpan, precisamente, de la derrota de la coalición y de su presidente, el socialista
Pérez Touriño.
El reproche que se dirige a Touriño, precisamente, es que no supo, no quiso o no pudo afrontar las exigencias radicales del jefe nacionalista, y eso radicalizó su propio gobierno y sus decisiones más problemáticas, por ejemplo, las relativas a la defensa y promoción del gallego "contra el castellano". A ello se suman los errores propios de Quintana, el más llamativo de los cuales se produjo precisamente en plena campaña electoral, cuando él -o alguno de sus colaboradores- utilizaron a un grupo de personas de la tercera edad, a las que se había anunciado que iban de excursión a Portugal, a participar en un mitin ni programado ni deseado por los "invitados forzosos".
La dimisión de Quintana se reclamó desde el primer momento con su adversario "perpetuo", Xosé Manuel Beiras, que precisamente fue apartado por el líder ahora caído "con todo su equipo". Todo lo cual, permite deducir que se avecinan, o empiezan ya a producirse tiempos revueltos y recuperación de viejas tensiones en el seno del nacionalismo gallego. Ahora se discutirá la oportunidad de haberse constituido en Gobierno, de no haber sabido calibrar en qué medida debieron o no ceder a posiciones más "centristas", y cómo es posible que perdieran esa magnífica oportunidad de promoción y de crecimiento que tuvieron con la caída del ex presidente Manuel Fraga, y que tan sólo hicieron que durara los cuatro años de la legislatura.
Porque no hay duda de que los mayores errores y la factura más elevada fue la correspondiente al BNG, que perdió finalmente uno de sus diputados, mientras el PSdeG mantenía exactamente los de las elecciones anteriores. Pero ese diputado fue el crucial y determinante para que el PP recuperara la mayoría absoluta y los 38 diputados para alcanzarla. Quintana trasladó su decisión de dimitir durante una intervención en el Consello Nacional del BNG, el máximo órgano entre Asambleas, en el que la formación nacionalista gallega inicia el "proceso de reflexión y análisis" de los resultados electorales del pasado 1 de marzo, en los que, como indicaba, el BNG pasó de 13 a 12 diputados y bajó en votos, una circunstancia que impidió revalidar el gobierno de coalición con los socialistas, la primera vez que el BNG estaba en el gobierno autonómico.
Esa "reflexión y análisis" debiera llevar al partido nacionalista a considerar sus errores "de bulto", aunque tiene por delante por lo menos cuatro años para que se le pueda presentar una nueva oportunidad para recuperar el Gobierno que ahora está a punto de empezar a ejercer el PP y Alberto Núñez Feijóo. No es improbable que en sus análisis se contemple el modo de oposición que el BNG llevará en adelante, tras la experiencia de haber gobernando en los cuatro años anteriores.