La muerte de Raúl "Ratón" Macías es el día más triste de mi vida y siempre lo recordaré con gran cariño y afecto, mencionó este martes José Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).
El líder encabezó el grupo de la familia boxística que acudió al medio día a la misa que se ofreció al ídolo deportivo en la Basílica de esta capital.
"Raúl era como mi hermano y siempre lo tendré en mi mente y corazón. Macías debe ser el ejemplo de todos los deportistas del mundo por su origen humilde y la idolatría que alcanzó gracias a sus facultades y sencillez", dijo.
El dirigente tamaulipeco recordó a Raúl Macías en sus orígenes al nacer en el barrio de tepito, y cómo llegó a conquistar a toda la afición de México por sus hazañas sobre el cuadrilátero que lo llevó a ganar el título Mundial de Peso Gallo en la década de los cincuenta.
"Ratón Macías vivió siempre con sencillez y es el legado que deja a todos los peleadores y aficionados que vivieron de cerca su carrera, y que lo llevó a convertirse en el máximo ídolo de nuestro país", aseveró.
Mauricio Sulaimán, secretario ejecutivo del CMB, mencionó por su parte que con la muerte de Raúl Macías se cierra la época de oro del boxeo mexicano.
"Se cierra una etapa única con el ídolo más popular, grande y natural de nuestro boxeo porque en su época no había televisión ni patrocinios como en la actualidad", acotó.
Sulaimán Saldívar destacó que a "Ratón" Macías la gente lo seguía por radio o en las arenas y siempre estaba atento a sus peleas, y las dos derrotas que tuvo en su carrera fueron auténticas tragedias en México.
Puntualizó, que en lo personal le guarda mucho cariño y admiración a Raúl Macías porque siempre fue un ser humano amigable y sencillo, que estuvo cerca de la gente que lo recordó al asistir en gran multitud a su último adiós en la Basílica.
Despide el pueblo a su ídolo Raúl “Ratón” Macías
Impasible, la gigantesca estatua de bronce ronce de Juan Pablo II parece darle la bendición a Raúl “Ratón” Macías en el último adiós. Bajo la diestra extendida del legendario Papa, pasa la carroza gris que lleva los restos del mítico púgil hacia su última morada.
Momentos antes, Macías había pagado el tributo a la Virgen de Guadalupe, ahí en su casa, en la Basílica, en la misa de cuerpo presente. Sumido en el sueño eterno estaba ahí el más ferviente adorador de la Guadalupana. Y no, "El Ratón" no podía faltar a la cita.
Cientos de aficionados, separados por vallas metálicas, se congregan para ver descender de la carroza el féretro metálico, de un azul pastel... triste. Incesantes e interminables son los gritos de la gente: "Aquí está todo Tepito, mi Ratón, para despedirte", "Qué viva el Ratón Macías"...
Entre la multitud, emerge Doña Eva Medina, de cabello plateado, quien enarbola en la mano izquierda un rosa blanca. Meteórico cruza el lejano ayer por su mente: "Recuerdo todas sus peleas, en especial la de 1954 en la Plaza México cuando venció a Brooks. Yo tenía 17 años y ahora tengo 73, imagínese".
En la mano derecha, doña Eva estruja un klennex y furtivamente limpia una lágrima. "En aquella época yo tenía un novio que le gustaba "El Ratón", incluso se comparaba con él. Nooo, imagínese, la ciudad se paralizaba cuando peleaba, y sí, le prendíamos su veladora, mientras escuchábamos la pelea por el radio, pues no había televisión".
Se emociona doña Eva al seguir desgranando las reminiscencias. "Yo fui una de las pioneras de la televisión, pues una tía compró una y organizábamos reuniones y cobrábamos la entrada para ver las luchas y las peleas de El Ratón. Y a un lado teníamos un altar donde le prendíamos las veladoras", agrega.
Doña Eva es una de las tantas damas y caballeros de veteados cabellos que asistieron en la despedida del ídolo, acompañados de sus hijos y nietos, y que colmaron la Basílica. Son los que le brindan un largo aplauso, que se mezcla con los cánticos y el sonido melódico del órgano a la entrada del ataúd, arropado por un gigantesco póster de "El Ratón" y coronado por uno de sus cinturones de campeonato.
Monseñor Diego Monroy hace una fugaz semblanza de "El Ratón" y sus palabras buscan reconfortar a Yolanda, la viuda, y a sus hijos Arturo y Guadalupe Yolanda, al hablar de las consabidas promesas de resurrección.
Testigos son los ex campeones que compartieron la vida con el ídolo: Rubén Púas Olívares, Humberto "Chiquita" González, José "Pipino" Cuevas, Carlos "Cañas" Zárate. Y José Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), y amigo entrañable del "Ratón" Macías. Todos con mirada triste y cristalina.
El "Púas" Olivares aprisiona las palabras y en un leve balbuceo, apenas un susurro, sentencia: "Qué le vamos a hacer... Todos vamos para allá...". Y monseñor Monroy continúa el bosquejo biográfico de El Ratón "..." Él dijo: ‘Todo se lo debo a mi manager y a la Virgencita de Guadalupe...". Y atronador es el aplauso que estremece el sagrado recinto, que registra el último lleno en la historia de "El Ratón".
Afuera, en la explanada, sigue inquieta la multitud y se intensifica el clamor popular. No cesan las porras, que dan paso a las exclamaciones: "Qué viva el campeón del gancho al hígado", "hasta pronto, campeón", "arriba Tepito", "con el box, hoy, mañana y siempre". Y la selva de cámaras y flashes, y los celulares en alto, captan el histórico momento.
Ratón, Ratón, Ratón... es el grito unánime en el umbral de la Basílica de Guadalupe. Es pesada la losa solar, pero es más el fervor por el héroe caído. La densa serpiente de admiradores acompaña a la carroza, que rueda lentamente, abriéndose paso hacia la salida de la Basílica, ante la eterna mirada de Juan Pablo II. Finaliza así el penoso ritual y se cierra la historia del más grande ídolo deportivo.