No faltará quien opine que los periodistas atacados por el Gobierno a través de una cadena de televisión transmitida el jueves se lo tienen merecido; quien, utilizando las mismas expresiones del presidente Correa, diga “bienhechito”. Al fin y al cabo, a los ojos de los incondicionales a la “revolución ciudadana”, los periodistas críticos con el régimen no son más que defensores de grupos de poder o esbirros de la “partidocracia” o de “los mismos de siempre”.
Incluso es probable (todo puede pasar en nuestro país) que esa cadena le haya permitido al candidato presidente ganar un par de votos más, de personas que creen que el mayor requisito que debe cumplir un mandatario es “tener los pantalones bien puestos” (o sea, denigrar sin reparos al otro) o que sientan antipatía hacia los periodistas hostigados y, por tanto, se vayan al bando de quien los ofende.
Lo cierto es que esa cadena, producida con fondos del Estado (generados con los impuestos que pagamos usted y yo y los propios periodistas o medios de comunicación a los que se quiso denigrar) es una muestra más de la vocación totalitaria del actual régimen. Ya no le alcanza con tener una alta popularidad (fruto de una política populista y una campaña mediática atosigante), ahora quiere acallar a todo el que se atreva a discrepar con él o a denunciar sus vicios. Y como en la arena política no existe una oposición capaz de hacerle frente, qué mejor objetivo que la prensa (la misma a la que Rafael Correa acudió cuando aún no era presidente).
Con el propósito de desprestigiar a la prensa (no sólo a la nacional, incluso a la Sociedad Interamericana de Prensa) el Gobierno no ha tenido recelo en usar estrategias tan bajas como la descalificación personal, la burla y las amenazas. Lo más triste de todo, más allá del atentado contra la democracia que esto representa, es que esa conducta bravucona e intolerante vende, que los ecuatorianos no encuentran nada malo en ella o incluso la festejan. Menos mal que, en ese contexto adverso, aún existen periodistas que no se amedrentan.
jhidalgo@lahora.com.ec