La Pascua del Metro

El próximo Lunes Santo saldremos de dudas: una doble asamblea de trabajadores de Metro decidirá si nos hace la Pascua después de la Pascua o si entierra bajo tierra el hacha de guerra en el suburbano. Hacía tres años que no teníamos huelga en el Metro – salvo un pequeño paréntesis de los servicios de limpieza – y ya nos habíamos olvidado de lo mucho que duele y de lo mucho que sacude a una ciudad como la nuestra una huelga en el Metropolitano.

Poco importa que sean dos horas por la mañana y dos horas por la tarde: si circula uno de cada dos trenes en hora punta lo que significa es que a los sufridos usuarios se les van a poner los nervios de Idem.

Pero lo que sí que tensa la cuerda es la posibilidad de hacer coincidir un posible calendario de huelgas en plena semana de visita de los 13 comisarios del Comité Olímpico Internacional a Madrid a partir del 4 de mayo. Nadie cuestiona el derecho a la huelga, faltaría más. Es un derecho constitucional y no se está negociando. Pero seguramente nadie entenderá que en plena crisis económica y según está el patio, que es la frase que más se escucha desde hace meses, una subida lineal salarial sea el único punto inflexible en una negociación.

En la semana del 4 de mayo, cuando estén aquí ‘los del COI’, Madrid tiene que lucir radiante. No hay que engañar a nadie pero se tienen que presentar las mejores galas. Y si presumimos de Metro, el Metro tiene que estar igual de espléndido. Además sería equivocarse de ‘culo’ – con perdón. La que tiene la sartén por el mango para la negociación con los trabajadores del Metro es la Comunidad. Y la responsabilidad olímpica, por mucho que estén todas las administraciones implicadas, es del Ayuntamiento.

Por favor: la semana antes o la semana después. Pero aprovechar un escaparate como la visita de los inspectores del COI parece una manera innecesaria de fastidiar doblemente a los madrileños. Primero a los usuarios y luego a todos los demás.