Junto a la educación, la salud es uno de los bienes más preciados y más importantes para una población que quiere trabajar, desarrollarse y progresar económicamente.
El estado ecuatoriano invirtió el año pasado US$ 880 millones de su presupuesto en salud, es decir el 1,7% del PIB y aunque todavía los recursos son insuficientes hay que reconocer un importante esfuerzo en incorporación de nuevos médicos y la ampliación de sus horarios de atención.
Lastimosamente la gestión gubernamental no cuenta todavía con indicadores confiables de gestión que proporcionen un verdadero respaldo al anunciado plan de calidad y calidez del ministerio de salud, que en intención suena bien pero que porsupuesto debe tener estándares medibles que permitan evaluar sus resultados.
La gestión del estado se complementa con el costoso servicio del IESS y también con algunas importantes iniciativas municipales, entre las que se debe resaltar el plan de aseguramiento popular, ejecutado por la municipalidad de Guayaquil y que ha viene demostrando un nivel de ejecución y resultados altamente eficiente.
El programa guayaquileño ha atendido un millón y medio de consultas, un millón trescientas mil procedimientos y la entrega de medicamentos e implementos médicos que han representado un gran aporte a su comunidad y en que se debe resaltar los importantes indicadores de gestión que lo colocan en un nivel de alta eficacia y eficiencia.
Los ecuatorianos debemos esperar que programas municipales como el de Guayaquil o Quito, trabajen coordinadamente a los programas estatales con el fin de sumar esfuerzos y buenas experiencias que redunden en bien de todos y por supuesto debemos evitar que se inmiscuyan diferencias y celos políticos que destruyan lo que con tanto esfuerzo se ha avanzado.
*Centro de Estudios y Análisis