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Las investigaciones determinan que el suceso fue accidental

El agresor de la muleta del derbi del 2002 fue el joven que murió el domingo en la playa de Cádiz

El agresor de la muleta del derbi del 2002 fue el joven que murió el domingo en la playa de Cádiz

miércoles 19 de agosto de 2009, 12:35h
Las investigaciones iniciadas en relación a la muerte del joven Byron Castro en la noche de las barbacoas del Carranza en Cádiz, determinaron que el suceso fue accidental. Fuentes cercanas a la investigación explicaron que el suceso fue accidental, llegando a ser calificado de «infortunio» por el especialista forense que practicó la autopsia al cadáver.

Según las mismas fuentes, el joven se hirió con una navaja de apenas un centímetro que, sin embargo, seccionó una arteria provocándole la muerte. Finalmente, indicaron que la investigación policial está cerrada y que, una vez practicada la autopsia, el cuerpo quedó a disposición de los familiares del fallecido. El joven fallecido, vecino de la barriada de Los Pajaritos, fue enterrado en el cementerio de San Fernando de la capital. Por lo tanto, las distintas especulaciones acerca de los hechos acaecidos durante la madrugada del sábado al domingo quedaron descartadas.

Por otra parte, según  publica ABC de Sevilla, Bayron Castro, fue quien agredió en 2002 a un vigilante en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán durante el transcurso del derbi Sevilla-Betis, una imagen que dio la vuelta al mundo y que conmocionó al mundo del deporte y a la sociedad.

Los hechos se sucedieron el  6 de octubre de 2002 cuando este joven agredió, junto a otras tres personas, a un guarda de seguridad en el estadio sevillista. El ataque le supusieron al entonces menor de 17 años, una condena impuesta por el Juzgado de Menores por la cual fue internado en un centro de régimen cerrado por un periodo de ocho meses. Además posteriormente a este suceso intervino en otros de los que constan antecedentes en los registros de las fuerzas de seguridad. Las otras tres personas que participaron en la agresión, delante de las cámaras de televisión fueron condenadas en 2004 a dos años de cárcel cada uno y una multa de 540 euros, además de una indemnización para el agredido de 6.000 euros. La Audiencia de Sevilla confirmó dicha sentencia en todos sus extremos y reprochaba en su resolución a los tres condenados su «violenta agresión conjunta, tan cobarde como gratuita».

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