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Tengo la camisa roja

Tengo la camisa roja

lunes 24 de agosto de 2009, 16:55h

Los que hoy odian a Juanes lo acusan de haber cambiado el color de camisa. En la miopía y fanatismo anticomunistas que caracterizan al exilio cubano, Juanes ha cometido un delito político, ético y social.

Más emocionales que creativos, a los cubanos de Miami no se les ocurrió nada más que salir a las calles con los discos de Juanes, pisotearlos y quemarlos.

¿Qué factor desató semejante incendio ideológico e intolerante en la ciudad que tanto ha mimado a Juanes?

El exitoso cantante colombiano, de 37 años, ganador de cinco premios Grammy en 2008 por su canción “La vida es un ratico”, se convirtió, de pronto, en objetivo de la peor inquisición: la de quienes creen tener la razón aun a costa de cerrar los ojos a la necesidad de mirar más allá.

El presunto delito del cantautor es simple: llevar a Cuba el popular concierto Paz Sin Fronteras.

El evento del próximo 20 de septiembre en La Habana -si hasta esa fecha Juanes resiste las intensas presiones que ejercen sobre él influyentes medios de comunicación y poderosos empresarios de Florida- será igual a los que hace más de un año produjo en las fronteras entre Venezuela, Colombia y Ecuador después del bombardeo del gobierno de Álvaro Uribe a nuestro territorio.

Aquella vez, en medio de una grave crisis diplomática, Juanes decidió bajar la tensión y promover la convivencia pacífica entre los pueblos. Algo similar propone ahora: acercar posiciones históricamente distantes entre Cuba y Estados Unidos porque a él, un pacifista convencido, le resulta obvio que 50 años después de que Fidel Castro asumiera el mando en la isla caribeña han sido inútiles las amenazas bélicas y el bloqueo económico norteamericanos para forzar un cambio en Cuba.

Desde la música, la alegría, el amor y la sensibilidad estética, Juanes propone cambiar las perspectivas de unos y otros. Por eso trata de que el Gobierno cubano le permita participar al roquero punk Gorki Águila.

 Águila -líder del grupo Porno para Ricardo y duro crítico del régimen socialista- estuvo detenido en 2008 durante cinco días.

Ese esfuerzo por armar un escenario democrático no lo valoran los fanatizados de ningún lado, pero Juanes lo sabe: “Estoy harto de preguntar a la gente si es musulmana, gay, capitalista o cubana”, se queja. “Me critican que cante por la paz en un país donde no hay libertad, pero muchos no entienden que la falta de libertad no solo es un problema de Cuba sino de muchos otros países, incluso de Colombia, donde hay libertad, pero no paz”.

Juanes quiere que en su festival se escuchen todas las voces, pero no solo las de poetas y cantores de la dimensión de Silvio Rodríguez, sino, también, de los disidentes, porque así se construye la paz: con tolerancia, apertura a la crítica y respeto al diferente, aunque su camisa sea de otro color.

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