Sin misericordia

Más de cuatro meses dura la sequía en zonas agrícolas y ganaderas del país. Una cruel tragedia para los medianos y grandes productores, pero mucho más para los campesinos más pobres. El colmo del problema es, sin dudas, la falta de energía eléctrica que, como anunció el Ministro que acaba de renunciar, producirá mayores y tal vez más prolongados apagones.

El grave problema que enfrenta el país en estas dos inocultables vertientes, no sólo significa un reto en lo inmediato para el presidente  Rafael Correa y su régimen, sino que pondrá a prueba su capacidad de propiciar una recuperación económica adecuada, que probablemente esté plagada de enormes y muy serias dificultades.

Hasta ahora la ineficacia de su Gobierno se ha ocultado mediante el socorrido recurso de culpar de todo a todos los gobiernos anteriores.
 
Sin embargo, Correa podría comenzar a paladear el amargo sabor de una impopularidad de lento, pero sostenido desarrollo hasta ahora. El espejo de las próximas encuestas es probable, si no hay luz y no llueve, que comience a reflejar graves cicatrices en el rostro de su régimen, a las cuales sería difícil maquillar y disimular. 

Algunos espectáculos montados y funcionando para entretener a la ciudadanía, como son el informe de la Comisión de Angostura o la pugna por imponer su proyecto de Ley de Comunicación, no están cumpliendo con su cometido. Podrán, además, proliferar las cadenas televisivas y las declaraciones de supuestos ofendidos, pero lo objetivo es que los apagones y la sequía están aplastando a la economía sin misericordia.