La noticia del gran acontecimiento político que ha supuesto la celebración en París de un Consejo de Ministros franco-alemán, el 4 de febrero de 2010, y el anuncio de medidas trascendentales para el futuro de la Unión Europea, creo merecen el análisis y la difusión de la ejemplar conducta del eje franco-alemán, dentro del exitoso proceso de la Unión Europea en sus 60 años de existencia.
Esta positiva actuación conjunta con ánimo impulsor está prevista en el Tratado de la Unión Europea (el inicial Tratado de Maastricht de 1992), modificado por el Tratado de Ámsterdam (1997) y por el Tratado de Lisboa (2009), con el nombre de “cooperaciones reforzadas”, que establece normas para situaciones en que algunos Estados miembros deseen avanzar en la cooperación en un ámbito específico. Significa que un grupo de países puede actuar conjuntamente sin que participen necesariamente los 27. Ello permite a los Estados miembros mantenerse al margen si no desean participar en una iniciativa, sin impedir a otros Estados miembros actuar juntos.
La finalidad del Consejo de Ministros del pasado día 4 de febrero la expresó la canciller alemana, Angela Merkel: “Simplemente queremos una Europa fuerte desde el punto de vista político y, para que Europa sea fuerte desde el punto de vista político, Alemania y Francia deben trabajar juntas”.
Sarkozy advirtió que este liderazgo no se dirige contra nadie, y que la virulencia y duración de la crisis económica obliga a la necesidad de un entendimiento profundo franco-alemán: “La crisis nos ha obligado a armonizar completamente nuestras proposiciones”. Y Angela Merkel añadió: “Es importante que trabajemos juntos a fin de promover una prosperidad sostenida y duradera durante el siglo XXI”.
Estas declaraciones conjuntas de los dos políticos, que reflejan su intima unión y empatía, así como la hermandad de los dos países, la ratificaron con las siguientes palabras. Merkel: “Las promesas que hacemos juntos las vamos a cumplir”. Sarkozy: “El tiempo de los grandes tratados y declaraciones va a dejar paso, poco a poco, a propuestas concretas”. Como buen francés, con “memoria histórica”, recordó a Robert Schuman (1886-1963), ministro francés de Asuntos Exteriores (1948-1952), democristiano, hombre de dos culturas, que sintió como una misión lograr la reconciliación franco-alemana y consideró que, para alcanzarla, era preciso pasar por la construcción europea. Por ello, el 9 de mayo de 1950, presenta el proyecto de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) -para controlar dos elementos básicos para la guerra, el carbón y el acero-, imaginada por Jean Monnet como medio eficaz de evitar un futuro enfrentamiento bélico franco―alemán. Fue el primer parlamentario de la nueva Comunidad Económica Europea (CEE). Su célebre frase marca claramente las características del proceso europeo: “Europa no se hará de una sola vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho”.
Por su parte, Angela Merkel, aunque conoce bien el gran potencial de Alemania, ha lanzado este razonamiento convincente: cada uno de los 27 Estados de la Unión Europea, aisladamente, no tiene peso específico en las relaciones internacionales actuales. En cambio, unidos somos una gran potencia cada día más importante..png)
Concepto que ha ratificado el político español Javier Solana, al concluir su exitosa etapa como director de la política exterior europea, y buen conocedor de lo que significa la UE en el conjunto de la política mundial. A la pregunta: ¿usted tiene una gran fe en Europa?, respondió: “Sin duda, creo que Europa es una magnífica idea que se ha hecho realidad. Pero voy más lejos. ¡Es que Europa es indispensable!”. En esta crisis económica que estamos viviendo se ve claramente: “Si no estuviéramos en Europa estaríamos todos infinitamente peor. El euro y el mercado único nos han protegido de las situaciones que podían haber sido mucho peores”. También opina que al salir de la crisis el mundo será diferente. Un mundo donde Occidente bajaremos en población y seguramente en riqueza colectiva. Europa será nuestra mejor defensa (Los Domingos de ABC, Madrid 5 de julio de 2009).
Las medidas que van a presentar juntos en la próxima Cumbre informal del Consejo Europeo, el 11 de febrero de 2010, son numerosas e importantes. En número de 80, se refieren a economía, finanzas y empleo; energía, clima y biodiversidad; política exterior y educación. En este tema, van a proponer una candidatura conjunta para presidir la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), y también que Alemania sea miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Así mismo, propondrán el día 11 avanzar en la idea de un gobierno económico de los 27 Estados de la Unión. Lo anteriormente expresado refleja la importancia de las ideas innovadoras, aunque al ser expuestas puedan parecer “utopías irrealizables”, pero sin ellas la evolución y el progreso no existirían. Ahora ha cambiado el concepto de utopía, que es un plan o proyecto “que parece irrealizable en el momento de su promulgación, pero que puede convertirse posteriormente en una realidad”. La llegada del Hombre a la Luna es un ejemplo.
Entre 80 medidas innovadoras, a realizar en un periodo de 10 años, no es fácil efectuar una valoración con prioridades. Todas son importantes y complementarias. Pero sí quiero destacar una de las relacionadas con la educación, con la formación de los jóvenes. Me refiero al “Manual escolar común sobre historia de Europa”, que abre una era nueva en materia de manuales escolares.
Existe ya un antecedente, publicado el 26 de octubre de 2004, elaborado durante varios años por un comité científico, dirigido por Peter Geiss y Guillaume Le Quintrec, titulado “Historia de Europa y el Mundo desde 1945”. Se trata de un manual de historia franco-alemán para los tres últimos cursos de bachillerato (jóvenes de 18-19 años) con las terminales respectivas L/ES/S-Klasse 12/13, en los programas en vigor en los dos países. Está editado en francés y en alemán.
Es una experiencia de cooperación sin antecedentes en Europa. Ha sido un trabajo de recíproca comprensión, de acercamiento y de reconciliación de los dos países, que ha hecho que su historia se haya convertido en un acontecimiento común. Semblanzas diferentes y de interacción han enriquecido la lectura de la historia de cada país en el ambiente europeo y mundial. Estas han sido las grandes líneas que han presidido la elaboración del manual. Los métodos didácticos que encierra su contenido le dan un valor añadido pedagógico y científico, llamado a hacer escuela en el futuro. Además, tiene el manual un deseo, ser un ante-proyecto para servir un día de fundamento de un Manual Escolar Común sobre Historia de Europa. Y ese día ha llegado, pronto tendrá fecha concreta.
Tras el buen resultado dado en estos seis años de uso, es lógico que la actual propuesta franco-alemana sea favorablemente acogida por todos los Estados, se empiece pronto a trabajar en el Manual Europeo de la Historia o como sea definido, se publique y en el próximo decenio, las nuevas generaciones de europeos tengan la misma visión de los grandes acontecimientos que ahora nos ha presentado el Manual “Historia de Europa y el Mundo desde 1945”: la II Guerra Mundial y sus consecuencias; el primer conflicto para Europa; la Guerra Fría (1945-1949); la confrontación Este-Oeste; el fin de los imperios coloniales; la Europa dividida por el “Telón de Acero” de la URSS con las democracias populares; la construcción europea (1945 -1989); Europa en el mundo globalizado de 1989 a nuestros días; y las transformaciones técnicas,
económicas, sociales y culturales desde 1945. En las primeras 230 páginas están incluidas las cuatro partes en que se divide el manual. La quinta parte tiene cuatro capítulos dedicados a la evolución política de Francia y Alemania de 1945 a nuestros días; a la Economía y Sociedad en Francia y Alemania desde 1945, destacando las fuertes convergencias; y la explicación de cómo pasaron Alemania y Francia de ser antiguos enemigos a compañeros, una pareja franco-alemana.
Recordemos algunos jalones de esta reconciliación ejemplar, que el Manual presenta con dos significativas fotografías a media página: París bajo la ocupación alemana (1940), Hitler y los principales dirigentes nazis visitan la capital francesa con la Torre Eiffel al fondo; y en la foto de abajo, el presidente François Mitterrand y el canciller alemán Helmut Kohl, cogidos de la mano, rinden homenaje en Verdún, en 1984, a las victimas de las dos guerras mundiales.
El presidente Charles De Gaulle y el canciller Konrad Adenauer firman el Tratado del Elíseo de Reconciliación, el 22 de enero de 1963. A la Cumbre franco-alemana de 1965, le sigue en 1989, el fin de la división de Alemania tras la caída del Muro y la desaparición de la “República Democrática Alemana” cuyo Ejército había sido el más eficiente de los integrados en el Pacto de Varsovia (14 de mayo de 1955) formado por Albania, Bulgaria, Hungría, Alemania, Polonia, Rumania, URSS y Checoslovaquia.
La Asamblea Nacional francesa y el Parlamento Federal alemán en Versalles (2003) celebran el 40 aniversario de la firma del Tratado del Elíseo. El Parlamento franco-alemán de jóvenes en Berlín (enero 2003) facilitó el aprendizaje de las dos lenguas y la formación cultural y artística en el Centro de Cooperación Franco-Alemán.
Estos antecedentes les permiten a los jóvenes franceses y alemanes de hoy, saber de dónde vienen, conocer el legado de sus abuelos, y pueden comprobar que el esfuerzo y sacrificio que realizaron ha dado sus frutos actuales y el bienestar que ahora ellos disfrutan.
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