España, campeona

   Hay lunes que son menos lunes que los otros, porque anoche, a las once y diez minutos, España era un país sitiado por la alegría…La euforia del fútbol es un antídoto contra otras penas, y que España haya ganado el Mundial de Sudáfrica es un motivo de orgullo y de gozo. En nada cambian las cosas importantes, las que atenazan y duelen, pero cualquier sociedad tiene el derecho  -y el deber-  de procurarse unas válvulas de escape que si, como en este caso, han sido un motivo para la unidad y para la convivencia. Mucho mejor.

   Los futbolistas de “La Roja” han sido un ejemplo de que otra España, con iniciativa y sin complejos, es posible. La clave está en que el fútbol es un deporte de equipo, y que en Sudáfrica ha funcionado. Algo radicalmente contrario a los individualismos,  a los personalismos y a los egoísmos que predominan en la vida nacional.

   Decía un viejo proverbio que “los montes se hacen llanos cuando son muchas las manos, y uno solo el ideal”. Y eso es lo que hizo la selección española de fútbol, “La roja”, la del pulpo, la del gol de Iniesta en la noche de ayer, la de los tantos de David Villa, la de las paradas prodigiosas de Iker Casillas, la del sabio Del Bosque, la de todos.

   Hoy celebramos una victoria que venía precedida por el entusiasmo de toda una nación, por las banderas de España exhibidas sin complejos, por la exaltación de una seña de identidad colectiva que ojalá fuese un precedente y un ejemplo para tantos pasos que nos quedan por dar, incluso para algunos que hemos dado en la dirección contraria.

   España ha ganado el Mundial de Sudáfrica. Pero, aunque lo hubiese perdido, aunque Holanda se hubiese levantado con el podio, seguiríamos con el mismo orgullo por unas gentes que saben luchar, que saben pelear, que en algún momento supieron perder, y que saben ganar.

   Insistimos: ni el fútbol es el “opio del pueblo” ni la alegría de ayer y de hoy es una anécdota. El ser humano es un fulgoroso animal de complicaciones, mucho más que un pulpo, y que sabe sentir la alegría del mismo modo que, cuando pintan bastos, siente la pena. Enhorabuena, campeones.