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Seguimos a pie el itinerario desde la Catedral hasta la Sagrada Familia

La Barcelona que verá Benedicto XVI desde el papamóvil no tiene nada que ver con el bus turístico

La Barcelona que verá Benedicto XVI desde el papamóvil no tiene nada que ver con el bus turístico

jueves 04 de noviembre de 2010, 20:33h

El itinerario que recorrerá el Papa la mañana del domingo, algo más de tres kilómetros en papamóvil, tiene poco que ver con lo que aprecian los turistas desde lo alto del bus turístico que recorre diversas rutas por la ciudad.

Las exigencias de seguridad y el deseo, a la vez, de cercanía con los fieles, ha llevado a habilitar para el traslado desde la catedral a la Sagrada Familia la calle Diputació, entre Pau Claris y Marina, con escasos atractivos. Si acaso, tres o cuatro casas con vidrieras en los balcones del piso principal o esgrafiados en la fachada (los números 299 y 329 de la calle).

Vayamos al principio, a las nueve de la mañana. A esa hora, el vehículo especial que transportará al Papa y al cardenal-arzobispo de Barcelona, que le acompañará, saldrá del palacio Episcopal, en la calle del Bisbe. Circulará casi a paso peatonal, a 7 km/hora. La primera imagen que se encontrará bajando por la pendiente que conduce a la plaça Nova, vecina de la plaça de la Catedral, será los restos de la muralla romana, que sirven de contrafuerte para la muralla medieval. El poema visual Barcino, de Joan Brossa, aporta el contraste de modernidad. Enfrente, al otro lado de la plaza, el Colegio de Arquitectos con el friso de la sardana diseñado por Picasso.

El papamóvil girará hacia la derecha y recorrerá toda la plaza de la Catedral. Ésta continua en obras, aunque ya tiene destapada parte de la fachada neogótica construida hace un siglo. Dejará la Pia Almoina a la derecha y el hotel Colón -donde se habrá alojado la inmensa mayoría de cardenales que le acompañan- a la izquierda.

Más obras al confluir con la via Laietana en la plaça Antonio Maura. El edificio de Foment del Treball está envuelto en lonas, pero a la izquierda sobresale la imponente sede corporativa de CatalunyaCaixa. Comienza a remontar Via Laietana. Hasta la Jefatura Superior de Policía -la bandera de España, única enseña- nada de interés. Todo muy multicultural, no se aprecia sabor barcelonés: una pizzería, un Frankfurt, una tienda de telefonía, un café de franquicia, a la izquierda el Colegio de Ingenieros. El Papa topará también con una de las pocas tiendas de objetos litúrgicos que restan en Barcelona. Exactamente en el número 46. Éste será uno de los pocos iconos religiosos con que se encontrará antes de llegar a la Sagrada Familia. En todo el camino sólo pasará ante los Jesuitas de Casp y los colegios religiosos de Santa Anna y del Sagrat Cor, ya en la calle Diputació.

En la placita donde se inicia la calle Sant Pere més Alt hay uno de los edificios más vistosos del recorrido, la casa del Gremi de Velers, con fachada esgrafiada. Un poco más arriba, muy atento a su derecha, Benedicto XVI podría intuir la silueta del Palau de la Música, pero seguro que le llamará la atención de la esquina con Jonqueres, donde conviven los dos edificios antigua sede de la Caixa y el busto del político catalanista Francesc Cambó, único monumento que verá en todo el paseo en papamóvil.

A la izquierda, otra chaflán en obras: los antiguos almacenes Casa Vilardell, ahora ocupado por dependencias policiales.

Centros oficiales y toque catalán

El último tramo antes de Urquinaona aporta centros oficiales -la conselleria de Interior y las exposiciones del Memorial Democrático, Tráfico e Idescat- y comercio 'low cost' y marcas multinacionales. También uno de los mayores bingos de Barcelona y el viejo Palacio del Cinema en pleno proceso de obras de reconversión en sala multicines. Un toque catalán franquiciado, La Baguetina Catalana, vecina a la cadena catalana con expresión inglesa Pans & Company.

Cruza Urquinaona, plaza dedicada al obispo del mismo nombre, e inicia la subida de Pau Claris, religioso presidente de la Generalitat medieval. Sorpresa a la izquierda: restaurante La Mafia. Enfrente, la Casa del Llenguadoc-Rosselló. Esquina con Casp, la conselleria de Justicia, el colegio de los Jesuitas y una de las farmacias de época. Continúa remontando y se cruza con la emblemática librería Laie, la sede de Agrupació Mútua y una vieja fuente del modelo Barcelona. Ya estamos en la Gran vía, arteria que cruza para alcanzar la calle siguiente, Diputació. A la izquierda, un Happy Park, a esa hora cerrado y sin niños.

La calle Diputació, en el tramo por el que circulará el Papamóvil, desde Pau Claris y Marina, no aporta muchos alicientes. Diría que es una calle menor del Ensanche, sin grandes comercios, sin grandes sucursales bancarias, sin museos ni galerías de arte, sin centros cívicos ni instalaciones deportivas. Ya dije que reúne algunas casas modernistas que no salen en las guías. Lo mejor, la antigua sede de Aigües de Barcelona, ahora cuartel general de Interior, en la esquina con passeig de Sant Joan.

Hay curiosidades por el camino. En el número 329, la Universidad Espiritual Mundial Brahma Kumaris, precisamente en uno de esos edificios singulares citados, y la tienda de la Associació Amics del Nepal. El Papa se sentirá ahí poco arropado espiritualmente. El café Te Quiero (número 280) acoge a todos los transeúntes, de modo que a él también. Entre Passeig de Sant Joan y Roger de Flor le parecerá estar en Chinatown, con seis bares, bazares y hasta un supermercado con grafismo chino que se apellida Honesto.

El último tramo de Diputació, donde este martes se tapaban algunos baches en el pavimento, le hará pasar delante del restaurante Gorría, una de las señas de identidad de la gastronomía vasconavarra en Barcelona, una casa tapiada pero sin okupas y en la confluencia con Marina, la parte trasera de la plaza de toros Monumental, que a esa hora estará llena de fieles siguiendo los actos con pantalla gigante.

Un punto a favor y un punto en contra del paso de la comitiva pontificia por la calle Diputació. A favor: la proximidad de la gente. En contra, es una calle arbolada que dificultará la visión a los vecinos de los pisos bajos. En cambio, el hotel Antibes, en un chaflán expedito, ofrecerá magníficas habitaciones con vistas.

Una isla para los curiosos

La calle Marina, que viene del Port Olímpic, le llevará directamente hasta la plaza de la Sagrada Familia. Si no han borrado antes, se encontrará con la única pintada presente en el recorrido: "El districte de l’Eixample privatitza l’espai públic" firmada por la asociación de vecinos de Fort Pienc. Pasará por la sede corporativa de Novartis y los magníficos colegios públicos herederos de la Mancomunitat en el largo cruce con Aragó y Diagonal. Allí se forma una isla peatonal de notable tamaño que podrá congregar una buena cifra de curiosos o de entusiastas fieles. Desde aquí ya se aprecia la silueta del templo que consagrará en cuestión de pocos minutos.

La calle Marina se estrecha y vuelven a aparecer los árboles en las aceras. Son casas vecinales con comercios de barrio. Y llega la hora convenida, las nueve y media de la mañana, momento en que se encontrará con los Reyes de España en la Sagrada Familia.

Para acceder a la basílica, por la fachada de construcción más reciente, en la calle Mallorca, habrá bordeado el templo, primero por Marina, después por Provença, bajará por Sardenya y verá la fachada en versión libre de Subirachs y llegará a su destino final.

Por si la logística del viaje fallara, por el camino se habrá cruzado con dos gasolineras -de Repsol- y en la misma plaza de la Sagrada Familia hay un lavacoches.

Acabada la ceremonia religiosa, pasado el mediodía, regreso al palacio Epìscopal por el mismo camino pero en sentido contrario.

¿Esto es Cataluña? Se habrá preguntado quizás el Papa tras su relativamente larga pero poco representativa visita. A tenor de los rótulos comerciales, con mayoría en catalán, quizás sí. Por la presencia de banderas catalanas -incluidas las estelades-, también. De la multiculturalidad, con comercios chinos, restaurantes döner y tiendas de souvenirs asiáticas, seguro que también habrá tomado nota.

Esta es la Barcelona que le han preparado al Papa. El calor y la acogida de los barceloneses o su pasividad ya dependerá de los propios ciudadanos.

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