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Ensayo general

martes 29 de mayo de 2007, 10:30h
   Al final, fue verdad: las municipales y autonómicas han sido una primera vuelta de la generales. En esa clave y dada la implicación de ambos en la campaña electoral, en número de votos, el PP ha ganado al PSOE, y Mariano Rajoy a Rodríguez Zapatero. Otra cosa son los resortes de poder; ahí, el PSOE -sólo o en coalición con otros- ha revalidado y crecido su poder. Pero la tendencia es reveladora: Zapatero no ha sido capaz de rentabilizar la buena marcha de la economía que se encuentra en lo más alto del ciclo y ha llevado al PSOE a un grado de desgaste que no tiene precedentes en el caso de un partido que sólo lleva tres años en el Gobierno. Dónde se ha visto con más nitidez el cartón sobre el que se basan algunas de sus famosas "intuiciones" ha sido en Madrid.

   En la capital, la imposición a la FSM de un candidato a la alcaldía (Miguel Sebastián) no querido por los militantes se ha revelado como un gran error de cálculo; un fracaso que en su inercia desmovilizadora, sin duda, ha perjudicado a Rafael Simancas, el rival de Esperanza Aguirre en la disputa por la presidencia de la Comunidad. Joaquín Leguina -que durante años consiguió que el PSOE  fuera hegemónico en Madrid- ha denunciado la componente caprichosa de este tipo de imposiciones ajenas a la tradición interna de debate propia del Partido Socialista. Si Zapatero se equivocó en Madrid, a Rajoy le ha pasado otro tanto en Navarra. Allí dónde su discurso  señalaba la inminencia de una catástrofe para los intereses nacionales no ha conseguido suficiente movilización como para contrarrestar el ascenso de los independentistas. La UPN que lidera Miguel Sanz, ha crecido en votos, pero se queda a un escaño de la mayoría, circunstancia que instala grandes incertidumbres políticas en el futuro de Navarra, comunidad en la que, por cierto, el PSOE ha pasado a ser la tercera fuerza política detrás de Nafarroa Bai.

   Si admitimos que toda consulta electoral tiene algo de plebiscito respecto de quien está en el Gobierno y mucho de veleta para avizorar por dónde sopla el viento de la voluntad popular, entonces habría que concluir que Zapatero no ha ganado el plebiscito y Rajoy debería tomar nota de que si bien es cierto que los populares han ganado las elecciones, el PP es una partido que está solo. Un partido que si quiere volver a gobernar deberá procurarse compañeros de viaje como, por cierto, hacen todos los demás.

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