lunes 14 de febrero de 2011, 21:43h
Si tiene cuatro patas, mueve la cola cuando está contento y ladra, lo más probable es que sea un perro (A lo sumo una perra).
Lo que han hecho, esta semana, los funcionarios públicos, incluyendo a la Señora Presidenta, al querer desconocer la elevada inflación que padece hoy la economía argentina, es describir un perro, negando que sea un perro.
En efecto, la elevada inflación se caracteriza por una amplia dispersión de precios para un mismo producto o servicio. Justamente, la elevada inflación da lugar a una “puja distributiva” de magnitud.
Con baja inflación, los precios de productos y servicios se “parecen”, independientemente del lugar en que uno compre. En un contexto de alta inflación, en cambio, el precio final de cada producto, depende de las expectativas del costo de reposición que cada vendedor tenga, y de lo que cada demandante está dispuesto a pagar, en función de sus propias expectativas de la evolución futura del precio, etc.
Alta inflación y alta dispersión de los precios van de la mano.
Lo mismo sucede con la llamada “puja distributiva”, expresión que comenzó a dominar la política argentina cuando, durante las décadas de los setenta y ochenta, la inflación se convirtió, definitivamente, en nuestra manera de resolver conflictos distributivos. Es cierto, como dice la Presidenta, que con capacidad ociosa y alto desempleo, no hay puja distributiva, porque uno de los sectores “pujantes” tiene muy poco poder (el asalariado). Pero no es menos cierto que, con baja capacidad ociosa y elevado empleo, la puja surge cuando se sigue presionando sobre la demanda y la tasa de inflación se acelera. Nadie está dispuesto a perder 20% o más de su capacidad adquisitiva o de su rentabilidad.
Por lo tanto, esta semana, a la coincidencia previa entre dirigentes gremiales, empresarios, organismos provinciales de estadística, economistas, ciudadanos que consumen todos los días, respecto de que en la Argentina hay alta inflación, se le han sumado los integrantes del gobierno.
En otro contexto, esta sería una buena noticia. Para poder solucionar un problema, primero es necesario reconocerlo.
En el marco actual, por el contrario, el gobierno empieza a describir el problema y las consecuencias de la elevada inflación, pero con el objetivo político de encontrar “culpables” distintos a la política económica oficial y generar “ambiente” para medidas que, en el corto plazo, pueden tener algún efecto, pero que, respecto de la verdadera solución del problema inflacionario, resultan inocuos o, inclusive, contraproducentes.
Sucede que el tema inflacionario ha empezado a ganar “momento” en las encuestas de opinión, todavía lejos de la principal preocupación ciudadana, la inseguridad, pero acercándose a las inquietudes económicas que surgieron de la crisis del 2002, en especial la estabilidad en el empleo.
Es probable que los efectos de la “ilusión monetaria” (Es decir, considerar los aumentos de salarios de los últimos tiempos, sin “descontar” la inflación), estén empezando a diluirse. Es probable que mucha gente empiece a confirmar que su apuesta a “licuar” las cuotas del crédito del año pasado, con los aumentos de sueldo de este año, peligra ante el aumento del resto de los precios, en los últimos meses.
Es por ello que el gobierno pasó de la “sensación de inseguridad” a un Ministerio, y ahora pasa de “no hay inflación” a “nosotros no somos formadores de precios”, “no somos responsables de los aumentos”, “vamos a combatir a los vivos que aumentan con todo lo que esté a nuestro alcance”, “les pedimos responsabilidad a sindicalistas y empresarios, etc”.
El gobierno no forma precios porque no produce nada, como dice la Presidenta. Entonces, si no produce nada, tampoco es responsable del crecimiento a tasas chinas, del que tanto se vanagloria.
Pero aquí, como en el resto del mundo, la política económica es la responsable, para bien o para mal, de los resultados económicos, dado el contexto internacional.
Si la expansión monetaria ronda el 30%. El gasto público aumenta al mismo ritmo. Los ajustes salariales rondan ese número, y la economía está en pleno empleo, no puede haber baja inflación, independientemente de los monopolios, a los que hay que combatir, aún con inflación cero.
Pero, por ahora, no espere cambios en la política económica, sino endurecimiento de la política a secas, más conflictos, controles, prohibiciones, etc.
En elecciones hasta un perro, no es un perro