Presentación del grupo en la Sala Galileo
El Septeto Santiaguero 'levanta' al público madrileño en una única actuación
jueves 11 de agosto de 2011, 15:59h
“Siento que vuelvo a la vida en cada mañana…Soy feliz” con estas palabras, sin anticipar una presentación –tal vez porque no hacía falta– comenzó la presentación del Septeto Santiaguero en la sala Galileo de Madrid el pasado miércoles. Un equilibrio entre bolero y son (del de verdad, del que llega dentro y te mueve por inercia) que no debería dejar de oírse.
El afable ambiente de la sala albergaba una amalgama de acentos de entre los que se podía distinguir público español, dominicano, venezolano, y, claro, cubano. Parejas, grupos de amigos, uno que otro periodista suelto, y el propio staff del establecimiento; todas esas ansias que provocan el saber que, lo que estás a punto de escuchar, te va a encantar.
Rubén (guitarra y bajo), Inocencio e Ismael (vocales), Adolfo (bajo), Albertico (percusión), Edy (la tímida trompeta) y Fernando, el director del grupo, se hicieron con el escenario entre pasos de baile y bromas ante el micrófono, pero el público se mostró algo reacio a ‘meterse’ en el juego. No fue hasta después del descanso, cuando ‘las negras’ se convirtieron en corcheas y el compás se aceleró, que las primeras parejas se aventuraron al baile.
Lo único que no convenció a lo largo de la noche fue el sonido. Decir que fue por las características de la sala, por la calidad de los instrumentos, o por la medio sordera del público sería especular: Pero sí cabe resaltar que, cuando lo precioso del son es poder escuchar las claves, las maracas, el güiro... Se pierde parte de los ánimos al dar con un sonido tan 'electrónico' o 'enlatado' como el del concierto.
El broche de oro
Al grito de “un poco de música pa’ gozá’” comenzó a sonar un changüí, un ritmo montuno (rural) que revive un origen compartido con los vecinos haitianos y que tan sólo echó en falta una buena marímbula que entretejiera la melodía. Y, con el mismo Septeto, nos fuimos de Altro Cedro para Marcané y de Cueto para Mayarí, porque llegaron a tocar la ‘vena sensible’ de los presentes al entonar el Chan Chan de Compay Segundo; la única canción que dejó escapar, entre susurros, el entusiasmo con el que algunos también cantaban.
Poco más de dos horas de concierto (incluyendo los 15 minutos de descanso) que terminó ante un amago de algunos que pedían un encoré, pero que no se satisfizo. A su salida, el grupo se fotografió con los fans, firmó autógrafos, dedicó los discos de “Oye mi Son Santiaguero” que vendieron durante la velada, y se integraron con una actitud muy campechana y sin altanería alguna. Entre ‘cháchara y cháchara’ mencionaron que “tal vez vienen el próximo año para los Veranos de la Villa” así que lo único que nos queda es esperar.
Lea también:
Vuelve el mejor son cubano: vuelve el Septeto Santiaguero
Doble actuación en Madrid de la mejor música cubana: el Septeto Santiaguero