jueves 29 de septiembre de 2011, 12:33h
El título de este artículo me lo ha prestado el grupo musical “Algo Parecido” y forma parte del estribillo de “Siluetas”, una de las canciones con las que concluyeron las V Jornadas de Voluntariado que se han celebrado en Valladolid.
Música para cerrar un espacio de reflexión muy diferente al discurso habitual de estos tiempos. Ocho asociaciones de Castilla y León han promovido dos días de charlas, mesas redondas y talleres, a los que han acudido cerca de 300 personas, para analizar el trabajo de los voluntarios en la construcción de la ciudadanía.
Un foro con muchas voces atípicas en estos días en los que vivimos bombardeados por el Ibex, los mercados, los ajustes, las profecías de los Rastanis, el FMI, la deuda, los brokers y la supuesta riqueza a la que arrastra a algunos la recesión. Atípico fue escuchar en este encuentro un llamamiento a estar preocupados por las gentes de nuestro alrededor y por el futuro de los pequeños pueblos de estas tierras. Me asusté y pensé por un minuto si también aquí se había colado eso de la Agenda de la Despoblación y ese discurso vacío que tanto tiempo llevo escuchando. Pues no, era la voz de Filziya, una concejala búlgara de un pequeño pueblo de Tierra de Campos, que hablaba con entusiasmo de la participación y de la lucha por conseguir aquello en lo que se cree.
Tampoco es habitual encontrarse en estos sitios con los políticos tan comprometidos como nos dicen y tan alejados como los vemos de la realidad más cercana. Eso sí, tengo que decir que me sorprendió que se colara en esta tribuna el recuerdo de uno de ellos, un senador que falleció hace ya unos años, del que alguien recordó su labor solidaria y anónima a pie de calle, en un colegio del barrio vallisoletano de Las Delicias que tiene un 80% de integración de minorías. También fue reconfortante encontrarme con uno de ellos, de paisano, en la sala de conferencias e inscrito como uno más en estas jornadas. Otra representante política, de esas que no ocupan muchos titulares, también acudió a la clausura y no a que se le viera, como otros suelen hacer.
“Colaborar con la sociedad es un acto de justicia”, escuchamos y debatimos sobre la ciudadanía activa y sobre la exclusión que no sólo se ceba en la pobreza sino también en las relaciones y en la participación.
Algunos también pusieron el dedo en la llaga y recordaron “la tormenta perfecta” del 15-M, de “¿Por qué lo llaman cooperación cuando quieren decir negocio?” y de las empresas y esa “responsabilidad social corporativa” convertida muchas veces en sólo una coletilla que encierra más de lo mismo. Fundaciones, empresas, cajas o bancos que con la figura del voluntario confunden con un voluntariado de primera o de segunda clase.
Mis compañeros en la sala donde durante dos días hemos debatido sobre lo que hacemos, no salen en anuncios de televisión, ni han tenido que hacer viajes exóticos para descubrir su vocación. Son voluntarios y voluntarias que ayudan a crear espacios en los que cualquier persona pueda desarrollar su proyecto vital, independientemente de su país de origen, raza, lengua y religión, como hemos leído en algunas de las líneas del Manifiesto que se ha realizado con motivo de la celebración del Año Europeo del Voluntariado.
“Por ti, por mí”, como dice la letra de la canción compuesta por Paula Vegas cuya voz, con la de Paula González, pusieron ese punto de calidez a la calidad de un compromiso que siempre te devuelve mucho más de lo que puedas dar. La palabra más repetida estos días entre los voluntarios al hablar de su compromiso, era satisfacción, no la que no encontramos y nos cantaban los Rolling Stones, sino esa que sentimos al escuchar al grupo vallisoletano “Algo Parecido”. Lo copié de uno de sus estribillos: esto del voluntariado es algo que hacemos por ti y por nosotros mismos.
Carmen Domínguez. Periodista.