Se va la cara amable del PP en Cataluña. Josep Piqué i Camps (Vilanova i la Geltrú, Barcelona, 1955), doctor en Económicas y Empresariales y licenciado en Derecho, harto ya de estar harto, como diría Serrat, ha tirado la toalla y le ha dicho a Rajoy ‘ahí te quedas con los palos más duros de la baraja’. Es decir, con la sota de bastos, o, lo que es lo mismo, con Ángel Acebes y demás compañeros mártires.
Lo cierto es que se veía venir. Piqué, en un gesto casi de malabarismo-posicionismo de cara a las generales, se había ofrecido a Rajoy para ayudar desde las alturas a ganar las elecciones generales. Pero las otras alturas han ido colocando su cuello, en definitiva, bajo la cuchilla implacable de la guillotina. Y su cabeza rodó, como la de su segundo, Francesc Vendrell. Pierde el centrismo en Cataluña y gana la línea legionaria.
Piqué ha sido mucho de mucho y mucho también ha estado en la picota, aunque siempre ha salido airoso. Por ser, ha sido director general de Industria de la Generalitat de Catalunya (1986, a donde llegó desde el servicio de estudios de La Caixa) a las órdenes de los consejeros Joan Hortalà y Macià Alavedra. Pero en 1988 se integró como profesional en el Grupo Torras, controlado por Javier de la Rosa, donde Piqué fue consejero delegado de Ercros y después presidente de Erkimia. Su gestión, tras la suspensión de pagos del Grupo, marcó en él una impronta imborrable que le sirvió en su etapa de ministro de coraza para negociar con los sindicatos. Pero que también le trajo numerosos problemas sumariales.
Su experiencia en el campo empresarial es innegable: ha sido apoderado de Meta Protección del Medio Ambiente, SA y de Ercros, SA (también consejero y presidente); consejero de Ercros Industrial, SA (también presidente); de Societat Catalana de Petrolis, SA; de Lisac, SA (también presidente); de Rhodiamul, SA (disuelta); de Erkol, SA; de Espacio Energía, SA (también presidente y vicepresidente, disuelta); de Fertiberia, SL (también presidente, consejero delegado único y administrador solidario); de Fermentaciones y Síntesis Españolas, SA; de Atlantic Cooper Holdings, SA (disuelta); de Electro Metalúrgica del Ebro, SL (también presidente); de Prisma Promoción de Industrias y Servicios Medioambientales, SL, y de Inmobiliaria Industrial y Urbana, SA (también presidente). Su mujer, Margarita Amorós, ha sido administradora de Loreto Consulting, SL, y una hermana de Piqué, Eva María, fue apoderada de Macrobar, SL.
En el campo puramente político, a Piqué sólo se le había conocido un carné: el del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), la rama catalana del Partido Comunista de España (PCE), pese a que su padre fue alcalde de Vilanova en la década de 1970. Pero, muy alejado ya de aquellos vientos de fronda marxista, en pleno XIII Congreso del PP (30 de enero de 1999), se afilió a los populares y José María Aznar le nombró miembro de su Comité Ejecutivo. Claro, que Piqué ya era para entonces ministro de Industria (5.5.1996/abril 2000) y portavoz del Gobierno (julio 1998/abril 2000, sustituyó a Miguel Ángel Rodríguez en la portavocía y fue sustituido por Pío Cabanillas Alonso), y luego lo fue de Asuntos Exteriores (27.4.2000, en sustitución de Abel Matutes, convirtiéndose en el primer catalán que representaba a España en la política exterior).
En realidad, el ‘ya no rojo’ Piqué había sido “descubierto” en 1995 por el amigo íntimo de Aznar, Juan Villalonga, el del famoso pupitre, y Piqué asumió, desde su posición como presidente del Círculo de Economía de Barcelona, el papel de mediador entre los dirigentes populares y el molt honorable president Jordi Pujol, a través de sus relaciones excelentes con el diputado de CiU Josep Sánchez i Llibre. Se dijo que fue de ahí de donde le vino su posterior nombramiento como ministro de Industria en el primer gobierno de Aznar (mayo de 1996).
A Piqué se le ha calificado de “natural, cordial y amable”; su principal afición es la lectura (novelas y memorias) y veranea en la Cerdaña catalana. De ahí, el Gobierno del Estado. Comenzó su mandato como ministro con declaraciones ostentosas de privatizaciones en cadena y reconversiones del sector minero asturiano y del naval; pero pronto prefirió callar y pactar con los sindicatos para evitar conflictos. En sus primeros años en el Gobierno de Aznar, impulsó las privatizaciones en Telefónica, Endesa, Tabacalera y Repsol sin demasiados revuelos sindicales, y fue nombrado portavoz del Gobierno, en sustitución del belicoso Miguel Ángel Rodríguez (verano de 1998), en un intento de Aznar de “centrar” su partido y su gobierno.
Pero pronto comenzaron a surgir los problemas. Unas informaciones procedentes del Tribunal Supremo (“El País”, 14.11.1998) empañaron su imagen, al conocerse que el alto tribunal le estaba investigando por sus actuaciones como director general y consejero delegado de “Ercros” (1988-90). Se supo, en concreto, que el Supremo había ordenado al juzgado número 5 de Barcelona nuevas diligencias contra él y otras siete personas vinculadas en su día a “Ercros”, en relación con la denuncia por un presunto alzamiento de bienes de casi 1.800 millones de pesetas de entonces.
Tras conocerse la denuncia, el equipo del ministro filtró al diario “El Mundo” que ordenó vender la totalidad de las acciones de Ercros que tenía la empresa patrimonial “Loreto Consulting”, que compartía con su mujer, el día siguiente a ser nombrado ministro. Según él, la operación le habría costado un millón de pesetas. Las acciones, que suponían un 0,4 por ciento del total de la compañía, comenzaron a ser vendidas el 7 de mayo de 1996 y terminaron el 28 del mismo mes. Las plusvalías generadas fueron de 1.139 millones de pesetas. Sin embargo, Piqué había pedido un préstamo para adquirir los títulos, lo que le habría supuesto unos gastos de 2.150.000 pesetas (618.000 de comisión de apertura, 40.000 de gastos de corredor, 1.299.375 de intereses y 192.216 de gastos de cancelación). El resultado final sería de un millón de pesetas en negativo para las arcas de Piqué (“El Mundo”, 13.2.1999).
La polémica por las supuestas irregularidades de Piqué en el asunto de Ercros se mantuvo viva a lo largo de los años –ya se encargaba el PSOE de ello- y se intensificó con la campaña electoral general de marzo de 2000, de tal manera que la europarlamentaria socialista Rosa Díez, entonces muy socialista –hoy, prácticamente en el PP, lo que son las cosas- le tachó de “golfo y pícaro” y le acusó de haber montado en su Ministerio la misma estructura que tenía la empresa Ercros cuando él la presidía (“El País”, 29.2.2000). “Es bastante claro cómo ha montado un Ministerio paralelo para garantizar la condonación de la deuda, o sea, el regalo de miles de millones a Ercros (el Gobierno aprobó en 1998 el perdón de 7.400 millones del total de 8.500 que Ercros debía al ICO) “, apuntó Díez, tras mostrar un cuadro -titulado·”Los Ministerios de Piqué”- en el que se comparaba cómo algunos de los altos cargos de Industria eran también altos ejecutivos en la empresa que presidía Piqué. Y suma y sigue de denuncias y contradenuncias que sería muy largo –e innecesario- relatar aquí.
Recién convocadas las elecciones generales para marzo de 2000, Piqué, entonces ministro portavoz y candidato del PP por Barcelona, hizo un “ajuste de cuentas público con su pasado comunista”. Ante varias decenas de militantes de las juventudes del PP, sacó a relucir en términos muy duros su pertenencia, a mediados de los años setenta, al Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), el partido histórico de los comunistas catalanes que encabezó la lucha contra el franquismo: “No cometáis mi error. A los 20 años quería ser revolucionario y me hice comunista; sed revolucionarios, pero en el sentido moderno, del siglo XXI”. Añadió: “La historia nos ha demostrado con absoluta rotundidad que el comunismo nos ha dejado pobreza material, pobreza moral que raya la indignidad y pobreza medioambiental en los sitios donde ha gobernado... No cabe actitud más reaccionaria y retrógrada que el estatismo” (“El País”, 13.1.2000).
Fue elegido diputado por Barcelona en VII Legislatura (2000-2004) y, claro, también vivió la derrota en las urnas el 14 de marzo de 2004. Retirado a Cataluña, su deseo ha sido siempre recomponer un cierto centrismo en el partido como único modo de derrotar al PSOE. No le fueron bien las cosas en los comicios autonómicos del 1 de noviembre de 2006. Pero, qué narices, Piqué consiguió mantener el tipo cuando todo el PP era perseguido a boinazos –más bien a pedradas- por los catalanistas más radicales debido a la posición de su partido respecto al Estatut.
Se mantuvo firme, pero generó enemigos, muchos y muy poderosos, entre los sectores más extremistas –según se mira, a la derecha- del PP. Y ahora Acebes le ha pasado por la guillotina. ¿Es una apuesta directa de Mariano Rajoy o un pulso que al gallego le están echando los legionarios de su partido?