La 'generación precaria' define a gran parte de la juventud madrileña y española. Jóvenes que han estudiado una carrera, que han completado su curriculum con Másters o idiomas, pero que no ven recompensada su preparación con un trabajo estable ni bien remunerado. Esta generación es la protagonista del "La generación precaria", el reciente libro de Marta García Aller (Madrid, 1980), editado por Espejo de Tinta. La autora explicó a MDO la importancia de conocer los problemas de este grupo social y analizó los problemas de la capital para la vida diaria de estos jóvenes.
¿Qué es la "generación precaria"?
Es una manera de ir en contra de los tópicos sobre la juventud. Cojo la idea del Joven Aunque Sobradamente Preparado y la critico, porque es un prototipo superficial que no refleja nuestro verdadero problema, y es que la gran preparación que tenemos no ha desembocado en una estabilidad laboral. El trabajo es malo y temporal. Ahora está de moda la coletilla de "mileuristas", que tampoco me gusta, porque es injusto definir a una generación con una cifra. Mil euros pueden dar para mucho o para poco, según cómo esté la vivienda o la situación.
¿Cuál es el problema de estos jóvenes?
El problema es que tenemos la generación mejor preparada de la historia, la de 1970 al 85 -porque nunca antes se había ido tanto a la Universidad- y sin embargo nunca antes el trabajo ha sido tan temporal para los jóvenes. La tasa de paro de jóvenes dobla la nacional, y desemboca en una frustración importante. Y no es que esperásemos tener todo solucionado con hacer una carrera, pero sí que el mercado valorara al menos esa formación. Además, España tiene la tasa de temporalidad más alta de la UE, y el acceso a la vivienda es muy difícil. Los más perjudicados de esta situación son los jóvenes.
¿Y por qué hablar de una generación de la que se habla tan poco?
El libro fue una necesidad vital, porque he vivido fuera de España y he visto que había una juventud muy variada en toda Europa que tenía los mismos problemas. Además, se nos suele criticar que somos una generación sin voz, y eso es injusto, porque estamos viendo muchos movimientos sociales protagonizados por jóvenes, como la lucha por la vivienda digna o la protesta de "investigar es trabajar". Este último caso es un buen ejemplo, los doctores tienen el grado máximo de formación que se puede obtener y cobran 700 u 800 euros al mes, sin cotizar en la Seguridad Social, y a lo mejor están investigando una vacuna que salva vidas. También critican que no tenemos valores, y lo que ocurre es que tenemos otros. Hay muchos ejemplos de movimientos que intentan cambiar las cosas y están protagonizados por jóvenes.
¿Y cómo es la "generación precaria" que vive en Madrid?
Soy de Madrid y veo que es una ciudad en la que más precaria es esta generación, tanto por la temporalidad en el empleo como por el acceso a la vivienda. La edad media de emacipación en Europa es de 25 años, mientras que en Madrid es de 34. Hay casi 10 años más de media que el resto de nuestro continente. Los madrileños son los jóvenes europeos que más difícil tienen el acceso a la vivienda, para lo que tienen que dedicar el 60 por ciento del sueldo.
El Gobierno regional siempre dice que Madrid es la región más próspera, ¿eso no afecta a los jóvenes?
Madrid es una de las ciudades donde más iniciativas para los jóvenes hay, pero son a todas luces insuficientes. Tener 34 años para acceder a una vivienda es mucho tiempo, porque habrá quien no quiera irse de casa mientras pueda -que es la imagen de los jóvenes que se está vendiendo-, pero esa no es la mayoría de la gente. De hecho, hice 100 entrevistas para elegir cinco protagonistas del libro -dos madrileños, una barcelonesa, un francés y una italiana- y en los madrileños se ve claramente que casi todos viven en casa con sus padres.
También se insiste mucho en que hay quen montar una empresa propia, ¿eso es factible?
Es verdad que tenemos muchas oportunidades, gracias a nuestra elevada formación, y no podría ayudar a montar nuestro propio negocio, pero eso es muy difícil, porque para hace falta una inversión. Si no tenemos dinero para alquilar un piso, a muy pocos se les ocurre pedir un crédito para una empresa. En el libro también hablo de que otra opción es irse al extranjero para conocer otros idiomas y culturas, que es lo que yo hice, y gracias a eso pude tener una mayor perspectiva para analizar la situación de nuestro país.
¿Qué ocurre con el mundo de las becas en empresas?
Las becas son un ejemplo de que las Administraciones no están haciendo todo lo que debieran, porque la Seguridad Social habla de 20.000 becarios, y eso no corresponde a los números reales que manejan los sindicatos. Hay una falta de regulación, que es la clave del abuso, porque al no estar regulado no puedes exigir tus derechos. En el libro lo ejemplifico con un estudiante de periodismo, que ha trabajado en los mejores medios del país -TVE, Cadena Ser- y tiene dos carreras, pero trabaja en el turno de noche por 300 euros nueve horas al día, incluída Navidad y Semana Santa. Este estudiante cuenta que, si se pone malo, alguien tiene que sustituirlo, luego su trabajo es imprescindible. El becario antes era quien llevaba los cafés, y ahora es un trabajador más.
¿Y qué se puede hacer contra ello?
Cuando llevas muchos meses de becario, creo que hay que planteárselo al jefe y decirle que mereces un contrato. Te puede decir que sí o que no, pero creo que no hay que resignarse. Si te dicen que no, la ventaja es que somos una generación espontánea, acostumbrada a empezar de cero, porque nuestros trabajos son temporales y después de uno viene otro. Los becarios empiezan ahora a ser más exigentes con las condiciones de las becas, porque la oferta empieza a ser mayor que la demanda, y además son empleos "de todo a 100".
¿Crees que todos los jóvenes madrileños pertenecen a esta "generación precaria?
Eso lo tendrían que decir los lectores, aunque por mi experiencia sé que hay muchos lectores que se están sintiendo identificados con esta idea, incluso gente que tiene 35 años y se ve reflejada. No es tanto gente que cobra una cifra -como los mileuristas- sino la generación del "ahora qué". Cuando éramos niños, teníamos la vida llena de certidumbre, todo era más seguro que cuando nos hemos hecho mayores, que es un proceso inverso al de nuestros padres, que tenían la incertidumbre cuando eran niños. Madrid es un caso claro de esto, porque la mayoría de nuestros padres viene de distintos pueblos con la intención de formarse aquí una vida, y cuando llegaron no tenían nada. Para nosotros, ha sido al revés.
¿Se escucha lo suficiente la voz de los jóvenes?
En el libro hay un capítulo dedicado a eso, a los valores de los jóvenes. Tenemos una decepción bastante generalizada hacia la clase polícia al uso, las instituciones -como la Iglesia, la ONU o la OTAN- aparecen muy devaluadas en las encuestas hechas a los jóvenes, y cada año merma la confianza en los partidos políticos. Algunos interpretan que somos apolíticos, y eso no es cierto. Quizá no nos interesan los canales tradicionales, pero hay otros canales que están surgiendo, como internet, donde se recogen firmas o se montan plataformas. El ejemplo más claro es la lucha por una vivienda digna. A lo mejor las Administraciones no han encontrado el lenguaje para comunicarse con nosotros.
¿Es Madrid una ciudad precaria?
No lo sé, pero el libro siempre huye de estampar otro logotípo en la frente de los jóvenes o las ciudades. Madrid tiene mil caras. Es una ciudad de innovación, donde esa espontaneidad se ve. Tiene muchísimas oportunidades, pero también es una de las ciudades donde más difícil está formarse una vida para los jóvenes. Por otro lado, cualquiera que llegue a Madrid enseguida es considerada madrileña, y eso es una baza muy buena de la ciudad. Por ejemplo, la más madrileña de los protagonistas del libro es una chica italiana, que hizo aquí una Erasmus y se enamoró de la ciudad. Además, después de escribir estas 280 páginas sé lo mal que está todo aquí, y sin embargo he vuelto.
¿Piensa que se vislumbra alguna solución de futuro?
La idea del libro era hacer visible la precariedad, que ya no es válida la idea de ir de traje y corbata para tener una vida holgada, porque la precariedad del que barre las calles es evidente para todos, pero la precariedad del joven que va de traje y corbata a una redacción o un buffete es completamente novedosa. Ahora, tener un título universitario no es símbolo de estatus social, y es algo que antes pasaba desapercibido. Creo que es importante, porque el primer paso para cambiar las cosas es saber que existen. Entiendo que leer el libro pueda parecer todo angustiante, pero está escrito en un tono ágil e irónico, con idea de que cada uno se ría de sus propios problemas, pero también que sepa que tenemos muchísimas opciones. Está en nuestra mano ser emprendedores, protestar o plantarle cara a la precariedad, como hay mucha gente que lo empieza a hacer. El futuro está en nuestra mano, pero no sabemos por donde tirar porque estamos un poco perdidos.