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Juegos

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viernes 20 de junio de 2008, 18:04h

Les confieso que, a estas alturas, no sé si los Kirchner enviaron el proyecto de ley al Congreso, ratificando las retenciones móviles, para comprometer explícitamente al resto del PJ, en su batalla anticampo. O si, por el contrario, será el PJ el que intente sacar a los Kirchner del laberinto en que se han metido, antes que de sea demasiado tarde para ellos y para el partido. Lo cierto es que, en la exuberante política argentina, cualquiera de las dos alternativas es posible. Es más, hasta podrían ser simultáneas. Es decir, los K. tratando de subir a su barco al resto de los dirigentes peronistas, para aislar a los "rebeldes" incipientes y "blindar" su poder, demostrando que controlan el Congreso, y por lo tanto, a los Gobernadores, los Senadores, los Diputados y los Intendentes, pese a todo. Y el peronismo y sus aliados, tratando de corregir los errores K., sirviéndoles en bandeja a la pareja gobernante una ley correctiva, que termine el conflicto y les permita, "respetando la institucionalidad", recuperar algo de la imagen perdida.

La idea de la "simultaneidad" es la que más me atrae, simplemente, porque permite evaluar con un análisis pseudo racionalidad, al irracional juego de estos días. Me explico. Para Kirchner esta es una batalla definitiva. Si le gana al campo, según él, se consolida el poder de Cristina y nadie más se atreverá a desafiarlos en los próximos años, allanando el tortuoso camino del "segundo mandato". Por el contrario, si pierde esta pulseada, considera que su proyecto de poder quedará herido de muerte, y se convertirá en "títere de las corporaciones" durante el período de gobierno que aún le falta cumplir a su esposa.En esta visión a todo o nada de la historia, que tienen los K., especialmente Néstor, "no hay lugar para tibios". Y, por lo tanto, la mejor manera de "pasar lista política" es, precisamente, con los votos en el Congreso. Debatan todo lo que quieran pero, los que están conmigo, al final del día, tendrán que ratificar por ley las resoluciones de la discordia, sin tocar, ni cambiar nada.Para el peronismo, en especial el que pertenece a las "zonas afectadas", el problema es otro. La marca Kirchner se ha desprestigiado dramáticamente, en los últimos meses, entre los votantes independientes. Los que inclinan la balanza final. Ir detrás de los K., en ese sentido, es hundirse con ellos y perder, en el mediano plazo el poder. Amen de no poder volver tranquilos a sus provincias y ciudades de origen. Enfrentar a los K. directamente, es repetir la historia del 2001, pero esta vez con "uno de los nuestros", también pagando costos enormes. Su única alternativa es "salvarlos aunque no quieran". Con una ley que modifique el esquema de retenciones y levante las objeciones principales y una Presidenta que, habiendo prometido más institucionalidad, termine negociando y acatando las decisiones del Congreso, sin veto. Recuperando algo de imagen y solucionando el conflicto con el campo.

Para los aliados, radicales K., la única forma de seguir perteneciendo a la coalición y justificar su "traición al partido de origen", es lograr un cambio sustancial en la ley, de manera de mantener los votos de quienes les han sido fieles.

Así las cosas, el campo de batalla, ahora, es el Congreso. Desde un punto de vista institucional, que la solución de conflictos se mude de las rutas al Congreso, es un avance espectacular. Sin embargo, que ahora estemos mirando a los legisladores y no a los piquetes, no asegura una solución al conflicto.
En ese sentido, sólo será solución un cambio en el esquema de retenciones que le devuelva una rentabilidad razonable a los productores. Que les permita operar adecuadamente en los mercados de futuros y que contemple una política en el sector cárnico y lácteo, pro exportadora. De lo contrario, el conflicto, en una escala menor, por cierto, continuará. Y si esa escala menor implica, de todas maneras, una disminución de la actividad de los transportistas, el bloqueo de las rutas puede seguir, con sus negativas consecuencias sobre el nivel de actividad y el abastecimiento esencial.

Pero, cuidado. La falta de "ejercicio legislativo", que generaron los K., puede resultar altamente peligroso. En efecto, las "sugerencias" que podrían surgir del cónclave de gobernadores y legisladores, son "de amplio espectro": desde un intento por coparticipar las retenciones, hasta recrear el IAPI.

Y esto me lleva hacia algunas consideraciones finales.

La batalla de los K. es por el poder. La batalla de los Gobernadores y legisladores también. Para los K. el poder depende de mantener a la tropa disciplinada a toda costa y conservar el control discrecional de la Caja. Para los Gobernadores, el poder depende de tener los recursos necesarios para "pagar los sueldos" a fin de mes. Para los legisladores, el poder se relaciona con estar, más o menos, en buenas relaciones con sus votantes, en especial, en los lugares en dónde resulta difícil esconderse detrás de una lista sábana.

Pero detrás de este juego de poder, hay economía. Las retenciones son una fuente central de la recaudación federal. Cualquier modificación afecta fondos que gasta la Nación o gastan las Provincias. Cualquier cambio implica mayor o menor rentabilidad para los productores que invierten y reparten hacia el resto de los sectores. Las modificaciones en la política agropecuaria también influyen sobre los precios de los productos del sector, que consume la población (los ricos y los pobres).

Hasta que todas estas incertidumbres que "liberaron de la botella" los K. con su sucesiva cadena de errores, no se despejen, la economía seguirá desacelerada -más allá del veranito que pueda surgir, eventualmente, si se levantan los cortes, por toda la producción y el consumo atrasados-. El Banco Central tendrá que seguir funcionando en "modo emergencia" vendiendo dólares, absorbiendo liquidez neta, afectando tasas de interés y disponibilidad de crédito. La recaudación caerá en términos reales, presionando sobre la obra pública y el pago de subsidios. La inflación seguirá alta, aunque difícilmente se acelere más. Y las decisiones de inversión se seguirán postergando.

Es por ello que urge arreglar el conflicto. Pero urge arreglarlo "bien" y no de cualquier manera.

Afortunadamente, los precios internacionales nos siguen haciendo "el aguante", mientras nosotros decidimos qué hacer. No es poco.

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