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La economía no es un debate semántico

La economía no es un debate semántico

martes 24 de junio de 2008, 13:55h
En los últimos meses venimos asistiendo a un debate generalizado sobre la fase del ciclo económico en que se encuentra la economía española, cuestión que merece la pena analizar con detenimiento para realizar un acertado diagnóstico de la situación y, de este modo, poder adoptar las medidas de política económica más adecuadas al momento en que nos encontramos. El problema es que este debate se ha visto desvirtuado, reduciéndose a una mera cuestión semántica en la que se discute si nos enfrentamos  o no a una “crisis”, algo que no lleva a ningún resultado práctico, en vez de debatir sobre la situación y las medidas más adecuadas para hacer frente a ella..

 En la teoría macroeconómica de ciclos, el término “crisis” no responde a un estado concreto de la economía. De manera muy simple, un ciclo económico puede dividirse en cinco fases: expansión, auge, desaceleración, recesión y estancamiento. La fase de desaceleración se caracteriza por un menor crecimiento económico, una desaceleración de la demanda doméstica y un nivel de precios estable.  Cuando el crecimiento es negativo durante dos trimestres seguidos, se considera que la economía ha entrado en recesión.

    La economía española creció un 2,7% en el primer trimestre de 2008, nuestra tasa de paro es del 9,6% y la inflación del mes de mayo fue del 4,6%. El escenario actual es peor que el de hace un año y nadie, ni desde el PSOE ni desde el Gobierno, ha tratado de ocultar nunca este empeoramiento. Sin embargo, es una falta de responsabilidad intentar sacar beneficio político dramatizando una situación que entraña serias dificultades pero que responde, por el momento, a un estadio de acusada desaceleración.

    Otro aspecto que es determinante a la hora de analizar cualquier tipo de situación es la contextualización de los problemas a los que nos enfrentamos. Ser conscientes de que las causas del deterioro económico nacen en el ámbito internacional es esencial para entender qué está pasando. Este contexto se caracteriza por tres factores perturbadores: una fuerte desaceleración de la economía norteamericana, una evolución alcista de los precios del petróleo y de algunas materias primas y la grave inestabilidad y falta de liquidez de los mercados financieros internacionales debido a  la perdida de confianza y a la dificultad de valorar adecuadamente los riesgos crediticios. Éste último factor está  provocando uno de los efectos más perversos de esta situación: la restricción del crédito y un encarecimiento de los tipos de interés que ya afecta a la demanda y al consumo en los países de nuestro entorno y, por tanto, también del nuestro.

El factor construcción

    En la economía española esta coyuntura coincide con el ajuste en el sector de la construcción residencial, más intenso de lo inicialmente previsto al agravarse por las circunstancias crediticias, lo que hace que la desaceleración se deje sentir con más intensidad, aunque su duración será más corta. Asimismo, tampoco deben olvidarse las fortalezas de la economía española, con un sector financiero saneado y de los más sólidos y eficientes del mundo, con una base empresarial muy bien posicionada a nivel internacional en sectores como el bancario, el de las telecomunicaciones, el de infraestructuras o el de energías renovables, con una economía más capitalizada consecuencia del fuerte proceso inversor tanto público como privado llevado a cabo en los últimos cuatro años, todo lo cual nos permite asegurar que España seguirá creciendo por encima de los países europeos más desarrollados, tal y como señalan todos los Organismos Internacionales.

    La política económica y presupuestaria del periodo 2004-2008 incrementó la inversión en capital fijo, tecnológico y humano a niveles sin precedentes, consiguió el mayor superávit de la democracia durante tres ejercicios consecutivos y redujo la deuda pública a mínimos históricos. El superávit acumulado en la legislatura, fruto de nuestra concepción de la política económica y de la eficaz gestión de las cuentas públicas, es lo que nos permite utilizarlo ante situaciones de menor dinamismo económico para estimular la economía y asegurar la protección social. Los socialistas hemos ahorrado porque somos responsables y somos previsores, ahora es el momento de aprovechar esta ventaja comparativa.

    Ante esta situación de fuerte desaceleración, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no ha permanecido indiferente. En el segundo Consejo de Ministros de la actual legislatura el Ejecutivo aprobó un plan de medidas dirigidas a paliar los principales problemas detectados: la pérdida de poder adquisitivo de las familias, la falta de liquidez de las empresas, el aumento del desempleo y la desaceleración de la construcción residencial. Un completo plan de estímulo económico que, sólo en 2008, inyectará más de 10.000 millones de euros a familias y empresas.

    La deducción en cuota de los 400 euros tendrá un efecto inmediato a partir de las nóminas de junio para más de 16,4 millones de contribuyentes y hará que casi 1,8 millones de asalariados, autónomos y pensionistas dejen de pagar el IRPF. La posibilidad de ampliar el plazo de las hipotecas sin coste alguno, facilita a las familias a que adapten el pago de su hipoteca a su nueva situación. Estas dos iniciativas mejorarán la renta familiar disponible y estimularán el consumo.

    Las medidas adoptadas para el empleo son doblemente acertadas: en primer lugar, porque ayudarán especialmente a los que se encuentren con más dificultades y, en segundo lugar, porque inciden directamente en adecuar mejor la oferta a la demanda de trabajo y fomentan la movilidad laboral, que es una de las asignaturas pendientes de nuestra economía.

    La rehabilitación de las viviendas, la inversión en la obra pública y la dotación de mayor liquidez a las pequeñas y medianas empresas contribuye a mejorar el entorno de nuestras ciudades, a mejorar la sostenibilidad energética de nuestros edificios, a incrementar la productividad y la competitividad de nuestra economía y a hacer posible que se puedan llevar a cabo más proyectos de inversión desde empresas de menor tamaño.

    Pero este Gobierno no se para. La pasada semana se ha celebrado la primera reunión del Diálogo Social que tiene como objetivo afrontar la desaceleración económica y aprovechar el desafío para seguir adoptando las reformas y medidas necesarias que permitan a nuestra economía crecer más y mejor, para que el cambio en el modelo de crecimiento hacia uno basado en la competitividad y en la mejora de la productividad se alcance más rápidamente. La coyuntura no puede ni debe  hacernos perder de vista el futuro que necesitamos, por lo que el horizonte del medio y largo plazo no debe quedar aparcado, aunque no forme parte del debate mediático.


Inmaculada Rodríguez-Piñero
Portavoz de Economía en el Congreso de los Diputados y Secretaria de Política Económica y Empleo de la CEF- PSOE
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