OPINION/Victor Gijón
martes 05 de agosto de 2008, 16:58h
¿Qué independencia puede tener una asociación vecinal cuyas oficinas las paga el Consistorio municipal? ¿Dónde está el movimiento vecinal reivindicativo ante los poderes públicos?
La sospecha sobre la falta de independencia no es nueva, pero vuelve a plantearse en toda su crudeza cuando una federación vecinal sale a los medios de comunicación para defender al equipo de Gobierno que es su casero al tiempo que exige la dimisión de un concejal electo de la oposición por ejercer su labor.
La FECAV, que reúne a un grupo no precisado de asociaciones de vecinos de Santander, pidió ayer que el portavoz municipal del PSOE, Jesús Cabezón, sea cesado de inmediato por, dicen, despreciar al movimiento vecinal. En el trasfondo la polémica por la construcción de un aparcamiento en el subsuelo del parque de Mendicouague, que dos asociaciones de vecinos quieren y miles de vecinos rechazan con su firma.
La FECAV defiende la representatividad de las dos asociaciones frente a las firmas de los vecinos. Pero no aporta prueba alguna para demostrar que dos son más que mil. Y es que mientras que los vecinos opuestos a que se horade el subsuelo de uno de los pocos parques urbanos de Santander han dado la cara, hoy es el día en que se sigue esperando que los dirigentes de las asociaciones favorables al proyecto comparezcan, con nombres y apellidos, precisando donde, cómo y por cuántos fueron elegidos para representar a sus convecinos.
De lo que piensan esas dos asociaciones que apoyan el aparcamiento subterráneo lo sabemos todo por boca del alcalde y del concejal de Barrios. Pero ni Iñigo de la SernaSantiago Recio son ‘voces autorizadas’. De todos es conocida la debilidad del movimiento vecinal en la capital de Cantabria y su dependencia de las dádivas municipales. Oficinas para directivos que representan a un puñado de afines y dinero sin control para pagar las fiestas del barrio. A cambio deben estar prestos a dejarse hacer la foto con el concejal de barrios y acudir, cuando se les llama, a apoyar las causas que el equipo de gobierno o no puede o no quiere defender en solitario.
No son todas las asociaciones igual, pero sí la mayoría. La FECAV, por ejemplo, esperó a que hubieran pasado las elecciones municipales para criticar el PGOU con la boca pequeña, lo cual demuestra que sus dirigentes prefieren tener amigos en el poder que representar los intereses vecinales.
La otra federación de asociaciones vecinales de Santander fue más allá y se puso a las ordenes del alcalde Piñeiro para hacer campaña contra el Gobierno regional y el edificio Moneo. Ahora la FECAV, tradicionalmente más a la izquierda, se lanza al cuello de la oposición (socialista) y alaba al Gobierno municipal (del PP). ¿El mundo al revés? ni