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Navalcarnero inaugura el humilladero de S. Ignacio de Loyola

viernes 24 de octubre de 2008, 13:19h
El alcalde de Navalcarnero, Baltasar Santos, inaugurará este sábado, a las 12.00 horas, el humilladero construido en honor a San Ignacio de Loyola, el que fuera fundador de la Compañía de Jesús. Orden religiosa que jugó un importante papel en la historia de Navalcarnero durante dos siglos.
El humilladero está ubicado en un entorno muy próximo a donde se hallaba el colegio en el que vivieron los jesuitas del municipio. Razón por la que, anteriormente, la calle se denominaba 'calle del Colegio', hasta que, en los años 30, pasó a recibir el nombre de 'Bernardino Beotas'.

El humilladero se realizó en el hueco dejado tras la retirada de un antiguo centro de transformación eléctrico que, tras el soterramiento del cableado de alta tensión llevado a cabo en el municipio, quedó inhabilitado.

Construido en ladrillo visto y granito, cuenta con un cupulín de plomo y una verja de hierro forjado a la entrada. El interior está decorado con escenas de la vida de San Ignacio de Loyola recreadas por el maestro pintor Alberto Pirrongelli. Y, en el centro, se sitúa una escultura de bronce del santo, obra del escultor Melchor Gutiérrez San Martín.

A la entrada del humilladero hay un pequeño ‘vestíbulo’, en cuya pared una placa explica el paso de los jesuitas por la localidad. La dirección de la obra ha corrido a cargo del arquitecto Raimundo Estepa.

Los Jesuitas en Navalcarnero
La expulsión de los jesuitas en 1767 y el paso del tiempo borraron las huellas de esta presencia, lo que hizo que no llegara a nuestros días ningún vestigio de la arquitectura del colegio de la Compañía de Jesús.

Las primeras gestiones para la construcción del colegio datan del año 1563 y partieron de la iniciativa y el interés personal del doctor Juan Bautista, párroco de la Asunción. Como simpatizante de la obra de San Ignacio de Loyola, propuso a sus hijos de Alcalá de Henares que fundaran un colegio en Navalcarnero.

La propuesta fue estudiada por el P. Martín Hernández quien se desplazó a conocer el pueblo, su informe resultó ser positivo, por ello, el interés de los jesuitas fue ratificado.

El acuerdo fue aprobado en forma de bula el  7 de julio de 1563 por el Papa Pío IV (1559-1565). En este documento quedó ratificada la anexión del curato de la parroquia al Colegio de Alcalá, que obligaba a erigir un centro docente en Navalcarnero. Sus futuros residentes tendrían que enseñar gramática y la doctrina cristiana a los niños del lugar, además de ejercer la cura espiritual de sus vecinos.
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