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La última cena

La última cena

sábado 15 de noviembre de 2008, 13:19h
Al final Zapatero se salió con la suya y consiguió invitación para asistir a la última cena ofrecida a los líderes mundiales por el que va a pasar a la historia como el peor presidente de los Estados Unidos.

Ha costado. A lo mejor el asiento no es de barrera, pero España está donde tenía que estar. Tiene que ser el punto de partida, incluso de no retorno, que permita consolidar la permanencia del Gobierno español en un foro, el del G-20; uno de los que marcan las normas de la economía mundial.

Por eso están de más las frases rimbombantes como la del infausto recuerdo del "rincón de la historia". Porque ni España va a salir este fin de semana del "rincón de la historia", por mucho que lo piense la vicepresidenta del Gobierno, ni salió cuando Aznar nos metió  en la guerra de Irak, en aquella vergonzosa cita de las Azores.

Los españoles no han estado nunca en el rincón de la historia, salvo la etapa de la infamante dictadura. La conquista de las libertades llevó de nuevo a los gobiernos de la democracia a los foros internacionales.

El saludo protocolario y con amago de sonrisa, con el que Bush recibió ayer a Zapatero en la Casa Blanca, demuestra palpablemente que, de haber podido, no lo hubiera recibido. Pero esta es su última cena y no ha podido hacer valer el derecho de admisión.

Hay que recordar que esta no es más que la primera cita de los líderes mundiales para poner orden en las finanzas internacionales responsables de una crisis que ha llevado ya a Alemania a la recesión y a España a las puertas, con un pie más dentro que fuera.

Por lo tanto, ayer en Washington, se explicitaron las posturas de unos y otros y las diferencias de criterio entre Europa y la administración Bush, aferrada a la defensa incondicional de la libertad de mercado; que no deja de ser una forma más de defender su gestión y justificar su absoluta falta de control sobre unas entidades financieras que han contaminado a medio mundo.

Lo importante pues es que, ya que hemos ido a esta cumbre con la silla prestada, el Gobierno consolide su posición de liderazgo en la escena internacional. Que la imagen de Zapatero en las escalinatas de la Casa Blanca no sea un hecho excepcional, ni la presencia de representantes españoles en las grandes cumbres deba hacerse con invitaciones de  terceros.

La próxima cita, probablemente la importante de verdad, será en Londres. Obama ocupará uno de los asientos y muchas cosas pueden cambiar. Ya no valdrán excusas como la animadversión de un expresidente tejano del que ya nadie se acordará. Será la hora de la diplomacia de verdad, no la de conseguir favores puntuales.
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