El sector de las discotecas

Hace algo más de quince años, un grupo de empresarios de discotecas de Valencia tomaron conciencia de que era fundamental trabajar unidos para  que la actividad que desarrollaban dejara de estar estigmatizada por la sociedad y empezaran a ser valorados como empresarios que eran y, por lo tanto, a tener un adecuado poder de interlocución con las Administraciones y la sociedad para que conocieran de manera real el trabajo que realizaban.

Fruto de esa decisión y después de varios años de trabajo, se consiguió que la sociedad dejara de centrar su atención en la actividad de las discotecas y empezara a ver a éstas como una parte más del mundo del ocio.

De aquella época recuerdo el trabajo que los profesionales de las discotecas tuvieron que realizar, tanto interna como externamente, pues sabían muy bien que la sociedad no diferencia a los buenos de los malos y que, por lo tanto, si algún miembro del sector se comportaba de forma no correcta, la mala imagen y los problemas volverían a recaer sobre todos.

Como ocurre casi siempre, cuando se superó la etapa de crisis, aparecieron nuevos personajes que con todo su derecho pensaron que ya lo sabían todo y que como se había conseguido una adecuada interlocución y reconocimiento social, no era necesario seguir esforzándose por mejorar la actividad y la imagen día a día, ya que bastaba con transmitirnos la gran colaboración que tenían con la Administración, con los vecinos, con la patronal, con otras asociaciones,…, es decir, lo bien que iba el sector.

Esta semana ha ocurrido un hecho terrible, como es la muerte de un joven como resultado de un enfrentamiento con personas de seguridad en una discoteca, lo que ha dado como resultado el cierre inmediato de la citada discoteca y que nuevamente todos los medios de comunicación centren su atención en esta actividad.

Si la discoteca desarrollaba su actividad de acuerdo con la legalidad, no entiendo que se permita el cierre de la misma, y si no era legal, aún entiendo menos que estuviera funcionando con el éxito de público con que lo hacía.

Se echa de menos que las múltiples asociaciones que existen, como imitación de lo que se hizo en Valencia hace quince años, y que teóricamente tienen que defender los intereses del sector, no hayan salido inmediatamente reivindicando su profesionalidad y explicando con claridad qué es lo que ha pasado y exigiendo responsabilidades, pues esa es la única forma de que la sociedad se de cuenta de que, por desgracia, ningún colectivo puede evitar que exista alguien que incumpla las normas y la ética, en caso de que eso sea lo ocurrido con la discoteca de Madrid, pero que esa situación no tiene por qué perjudicar la imagen del sector.

En honor a la verdad, el sector sí que ha hecho por lo menos una manifestación, pero llama mucho la atención que la misma sea para denunciar que llevan más de cinco años esperando la regularización de la actividad de los porteros de discotecas, lo cual no deja de ser curioso, ya que parece ser que lo que no se había conseguido en muchos años, a raíz de la muerte del joven, se ha conseguido en una semana.