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La Fundación Madrina atiende al 50% de las jóvenes embarazadas sin recursos

martes 25 de noviembre de 2008, 11:30h
La Fundación Madrina atiende al 50 por ciento de las jóvenes embarazadas de la Comunidad de Madrid que se encuentran en situación de marginalidad, con carencias afectivas y materiales, para que puedan decidir con mayor libertad sobre seguir o no, adelante con su embarazo.
Según datos de la organización, financiada por el Ayuntamiento y la Comunidad, donaciones de particulares, de empresas y entidades bancarias, en la región cada hora dos adolescentes quedan embarazadas y una de ellas interrumpe su embarazo.

El miedo a la soledad, al abandono familiar o a perder el trabajo, están detrás de algunos de estos abortos protagonizados cada vez por chicas más jóvenes.

Por ello, desde el año 2000, el presidente de "Madrina", Conrado Jiménez, trabajadores sociales, un equipo médico y psicológico, junto con un ejército de voluntarios, ayudan a jóvenes de entre 14 y 25 años a superar el miedo a perderlo todo tras quedarse embarazadas.

Lo hacen a través del "Proyecto Madre", asimismo dividido en tres programas, denominados "Carla", "Lucía" y "Sandra", en honor a tres antiguas usuarias de la organización.

"Carla" consiste en asesorar a la joven por teléfono, correo electrónico o carta. Actualmente, la organización recibe más de 200 email diarios, "no sólo de Madrid y de España, también de América Latina, Estados Unidos y Europa", informó Jiménez.

A través del proyecto "Lucía", la embarazada recibe ayuda especializada y de manera tutelada, al menos durante 18 meses.

El proyecto incluye el alojamiento temporal o permanente de las jóvenes con menos recursos en casas de acogida o en los llamados "hogares madrina", casas de particulares que se ofrecen a alojar a la madre y al niño hasta que la situación de estos mejore.

También contempla la posibilidad de que la joven sea acompañada durante todo el proceso por una "madrina", persona que se ofrece voluntariamente a cuidar de la chica y del niño en situación de vulnerabilidad.

La función principal de los voluntarios es escuchar y dar afecto a la joven madre, explicó una voluntaria de la Fundación.

Por último, el proyecto "Sandra" consiste en orientar y formar a la joven a nivel laboral.

Ángela, de 20 años, y a punto de dar a luz a una niña, ha admitido que se planteó abortar porque el embarazo significaba tener que renunciar a sus estudios universitarios y a su vida.

"Después de hablar con la psicóloga de la fundación me di cuenta de que no quería hacerlo y ahora creo que podré tener una vida como todo el mundo, acabar la carrera de psicología y ayudar a chicas que estén tan tristes como yo", relató.

La fundación trabaja con tres tipos de perfiles: por un lado, con jóvenes menores de edad, generalmente españolas, de clase media-alta, que a raíz del embarazado han sufrido la destrucción del núcleo familiar o afectivo con su pareja.

Por otro, con chicas de 22 a 25 años, inmigrantes de Sudamérica o de Europa del Este, principalmente, que padecen una situación de abandono que las obliga incluso a vivir en la calle.

La organización también atiende a chicas, que han padecido el llamado "mobbing maternal", violencia por querer ser madres por parte de su pareja, en el ámbito familiar o laboral.

Jiménez aseguró que "Madrina", aconfesional y apolítica, no está en contra del aborto, sino en contra de todas las puertas que se cierran a estas chicas cuando se niegan a abortar y eligen convertirse en madres.
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