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Sin políticas frente a la crisis

Sin políticas frente a la crisis

domingo 07 de diciembre de 2008, 13:25h

Los indicadores sobre el estado de la economía dejan pocos resquicios al optimismo. Al menos sabemos ya dos cosas y ninguna de ellas reconfortante. La primera, que la crisis económica sigue profundizándose sin que las medidas de intervención en la crisis financiera hayan hecho más que aquello a lo que estaban destinadas, que era evitar males mayores, y no es poco. La segunda, que el horizonte de la crisis económica es más intenso en España que la media europea. ¿Será por esto que somos "motivo de admiración" en el mundo, como afirmó Rodríguez Zapatero durante el acto conmemorativo del 30 aniversario de la Constitución? Los indicadores muestran que, en su lectura más optimista, las previsiones para 2009 están en la línea de la advertencia hecha a primeros de diciembre por el vicepresidente económico Pedro Solbes, en el sentido de que el año próximo será probablemente peor que el ya muy malo que está a punto de terminar y es probable que vivimos una recesión sensible.

Los pronósticos son especialmente graves en lo que hace a la evolución de los puestos de trabajo y de la tasa de paro, y eso en el marco de que, del 2,20% de superávit público a fin de 2007 se pasará a un déficit estimado de 4,3% para 2009. Al tiempo que ya se produce destrucción neta de puestos de trabajo, el paro, que tuvo una tasa del 8,3% en 2007 podría subir, en la rigurosa previsión de FUNCAS, al 15,9% en 2009, aunque otros analistas elevan el pronóstico hasta el 18% o incluso más. Si el presente del paro es ya terrible, el horizonte resulta estremecedor, porque a estas alturas la economía española expulsa, de forma visiblemente creciente, a cientos y cientos de miles de trabajadores hacia el desempleo.

El expresivo indicador de los mercados sigue la misma línea, como se aprecia, por ejemplo, en la Bolsa de Madrid, cuyo índice de 1.642 puntos en 2007 se mueve ya en la frontera de los 900 puntos, en concreto, 908 al fin de esta semana. Y el indicador por excelencia de los mercados españoles, el Ibex-35, que abrió el año en los entornos de los 16.000 puntos, está ya por debajo de los 8.500, lo que ahorra mayores análisis. La Bolsa, con la lógica interna e implacable de los mercados, descuenta el horrible año que ya indiscutidamente viene.

Hay signos de ansiedad en los Juzgados de lo Mercantil, no sólo por las muy numerosas y algunas importantes suspensiones de pagos que ya han alcanzado notoriedad en los últimos días, sino sobre todo por las señales de que son inminentes otras de gran importancia y con el efecto racimo de arrastrar, cada una de ellas, a otras empresas menores igualmente hacia el concurso de acreedores. Con la penuria de medios personales y materiales en que el Gobierno se empeña en mantener a la Justicia, los juzgados mercantiles pueden colapsar, por mucho esfuerzo que pongan magistrados, jueces y secretarios judiciales.

No es posible, ni razonable, olvidar lo que está en las hemerotecas. Este Gobierno es el mismo que vaticinaba un 3% de crecimiento para 2008 y llamaba "catastrofistas" y poco menos que enemigos de la libertad a quienes, sobre el análisis riguroso de los datos de la realidad, hacían pronósticos mucho menos graves de lo que realmente, a la hora de la verdad estadística, ha sucedido. Es el mismo gobierno que afirmaba sin ruborizarse que la economía española estaba mejor que nunca antes en décadas. Es el mismo gobierno que no sólo afirmaba, sino que garantizaba que no había en España hipotecas subprime ni activos financieros que tuvieran paquetes de esas hipotecas tóxicas. Ahora resulta que había de todo… y lo que nos falta por saber.

Es en suma, por duro que resulte escribirlo y por primera vez desde la institucionalización constitucional de la democracia, de lo que ayer celebrábamos el trigésimo aniversario, un gobierno centrado en el objetivo excluyente de mantenerse en el poder. No es ciertamente el heredero de aquellos grandes valores y entusiasmos de los políticos de todos los colores, de centro, de izquierdas y de derechas, desde AP y UCD, hoy PP, al socialismo democrático, incluso al comunismo, que fueron capaces todos ellos del diálogo, el entendimiento y el consenso, en política y también de consensos eficaces para el progreso económico.

El resumen del resumen es que vienen tiempos especialmente difíciles, lo mismo para las empresas que para los trabajadores y que, por su terquedad en el error y su estanqueidad al diálogo, por la forma y manera de subordinarlo todo al estrecho y único objetivo de la permanencia en el poder, cada vez son más los ciudadanos que piensan que el gobierno de Rodríguez Zapatero no es parte de la solución sino todo lo contrario, muy importante parte del problema. Aún estaría el gobierno a tiempo de corregir el rumbo, convocar de verdad, sin engaños de marketing ni operaciones de imagen, a todas las fuerzas políticas, promover un análisis en profundidad, gestionar el diálogo y adoptar un plan consensuado de medidas serias contra la crisis que viene. Pero no conviene llamarse a engaño, no es probable que lo haga. No está en su naturaleza.

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