A los cínicos se les ha movido el suelo debajo de los pies. Esta frase de Barack Obama define lo que él entiende como la actitud de los catastrofistas que no creen posible que exista nada ni nadie capaz de enfrentar esta crisis económica y de valores.
No sé qué pensaremos del nuevo Presidente de los Estados Unidos dentro de un año, pero al menos transmite la sensación de que sabe qué es lo que no debe hacer, cuáles son los errores que no debe cometer, y quienes son las personas y los grupos con los que debe contar.
Obama quiere restaurar un vínculo de confianza entre el pueblo y su gobierno, quiere desterrar las falsas promesas, huir de los dogmas y poner en marcha a todo el país para unir fuerzas y voluntades en el proyecto de reconstruir lo que ahora está cayendo.
Obama no es un oportunista y sabe que si algo no le perdonará nunca su pueblo es la mentira. Sabe que ser el Presidente de una nación como la suya exige capacidad de liderazgo y atrevimiento. Ser Presidente exige merecer serlo.
Al menos Obama – que lleva la bandera de su país en la solapa y no se avergüenza de creer en Dios – cree en aquellos para los que gobierna.
Para poder decir todo eso – que coincide con la petición de Kennedy “ no os preguntéis qué es lo que puede hacer América por vosotros, preguntaros qué podéis hacer vosotros por América” – hace falta que exista ese vínculo de confianza mútua, y eso me hace sentir una cierta envidia.