La anécdota más recordada de ese desplazamiento fue la instalación de la jaima (tienda de campaña de los pueblos nómadas del norte de África) de Gadafi en los jardines del Palacio de El Pardo, en la que el líder libio recibía visitas, pero no dormía. Curiosidades al margen, el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación considera que esa visita representó un "giro importante" en las relaciones bilaterales, tanto en el plano político como económico.
El Gobierno destacó entonces que con la primera visita oficial de Gadafi a España se abrían expectativas de contratos para las empresas españolas por un importe total de unos 11.800 millones de euros (17.000 millones de dólares), especialmente en el ámbito de las infraestructuras, pero también en el sector energético, la defensa y la aeronáutica.
En julio pasado, el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Miguel Ángel Moratinos, incluyó Libia en una gira que realizó por el Magreb, y se entrevistó en Trípoli con Gadafi, quien le trasladó su intención de invitar a Zapatero a visitar el país, una vez se concretase el viaje de Su Majestad. Hasta la fecha, el único jefe de Gobierno español que ha visitado Libia ha sido José María Aznar.
En el marco de la visita de Moratinos, las autoridades libias prometieron resolver de forma satisfactoria y urgente el contencioso que mantienen con empresas españolas como Ferrovial, Isolux-Corsan y Agrimark por una deuda acumulada de 100 millones de dólares (unos 77 millones de euros).
El Gobierno español busca además equilibrar la balanza comercial entre ambos países, ya que es una de las más deficitarias para España. Mientras que en 2007 España importó de Libia petróleo, hidrocarburos y otros productos por valor de más de 2.500 millones de euros, sus exportaciones al país africano apenas superaron los 110 millones de euros.
Lo cierto es que en los últimos años, la relación de Libia con el mundo occidental ha mejorado, sobre todo desde el anuncio hecho por Gadafi en 2003 de que el país abandonaba los programas que podían conducir a la producción de armas de destrucción masiva y aceptaba inspecciones internacionales para que se verificase el cumplimiento de esta renuncia.