Ya lo sabéis, amadísimos, globalizados, megaletileonorizados y callejeados niños y niñas que me leéis, el próximo sábado, 10 de marzo de 2007, toca manifa anti-ZetaPé. Sí, ya sé que los sociatas gubernamentales y sus aliados izquierdosos y nacionalistas van a dar unos berridos que reíros vosotros de los bramidos de las hordas béticas ante la visita del Sevilla, F.C.. Al lado de los decibelios de la indignada expresión sonora del socialisterío triunfante, lo de los béticos se queda en un leve susurro.
Y claro, hay que poner a caldo a Marianito Rajoy, la parte convocante de la segunda parte convocada, al que todo este finde se le ha acusado de llevar al Partido Popular hacia la ultraderecha. ¡Falso de toda falsedad! ¡Infundios! ¡Viles calumnias! ¡Interesada miopía política! ¡Falacias electoralistas!... ¿Marianito de ultraderecha? Nada de eso, pequeñines/as míos/as. Rajoy, como su partido, pertenecen al centro democrático más centrista de todos los centros centristas, centrados y centrantes.
Pues no lo dirá usted, don Tito... argüirán algunos. No sólo lo digo, sino que lo afirmo y lo proclamo urbi et orbi y, si es preciso, lo hago ex chatedra, y con toda la pompa y circunstancia necesarias. El Partido Popular de las Españas es de centro. Como lo es su líder. Como lo son sus más ilustres cuadros directivos. Como lo son los millares de sus militantes. Y España entera, incluyendo sus plazas del Norte de África y sus provincias insulares debe reconocerlo así.
Y nunca podréis agradecer bastante el servicio que Mariano Rajoy, al convocar la próxima manifa sabatina, está rindiendo a la paz social. Porque él, Marianito, no sólo es centrista con pedegree, sino que, además, como ocurriera durante la Santa Transición con Manuel Fraga Iribarne, que condujo, cual nuevo Moisés, a la derecha-española-de-toda-la-vida al redil parlamentario, está empeñado en integrar a la ultraderecha montaraz en el sistema del parlamentarismo democrático. Él se ha propuesto traer hacia el redil constitucional a los que, fuera de él, andan prietas las filas, recias y marciales, al aire libre y en lo alto las estrellas.
De momento, en estas últimas manifas callejeras, Rajoy ha conseguido que el ultraderechío patrio, en lugar de estar apaleando rojos, abortistas, melenudos, homosex de ambos sexos, descreídos, profesores de Educación para la Ciudadanía e inmigrantes de color, anden agitando banderas bicolores, y abroncando al Gobierno paritario de ZetaPé. Y hay que ser muy malvado, aparte de miope sociológico, para no darse cuenta de ello.
En un titánico y pedagógico esfuerzo, los hombres y mujeres del Partido Popular, unánimemente, han iniciado su marcha hacia el centro. Como son disciplinados/as, lo han hecho a la voz de mando de su líder, Mariano Rajoy. Con marcialidad. Con estilo. Con profunda convicción democrática. Con patriotismo constitucional.
Por eso, Mariano Rajoy puede decir, con toda propiedad: “le centre c’est moi”. Lo que yo os diga, amadísimos/as de mi corazón.¿Hay, pues, alguien que lo ponga en duda? De ser así, que hable ahora y, sino que calle para siempre. Porque en esta España convulsa, sin duda alguna, vuelven las bandera victoriosas al paso alegre del PePé y, el sábado 10 de marzo, aunque caigan chuzos de punta (Pepiño Blanco seguro que se ha puesto a bailar la danza de la Lluvia de los indios navajos), volverá a reír la primavera, que por cielo y mar se espera, porque en el Centro empieza a amanecer.