La "manzana de oro" de Sabando y su optimismo
lunes 16 de marzo de 2009, 10:48h
Era una cita ineludible porque no siempre el premiado es un buen amigo y un ejemplo de honradez y coherencia política: un socialdemócrata de los de antes y un socialista de los que no se llevan ahora. El Centro Asturiano de Madrid, decano de las casas regionales españolas y que cuenta entre sus socios más distinguidos al que fuera ministro de Trabajo en el Gobierno de Adolfo Suárez, Aurelio Menéndez, o al ex jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo, entregaba la “manzana de oro” al médico y político asturiano Pedro Sabando. Olía a sidra y a optimismo.
La bebida fabricada con el zumo fermentado de la manzana esperaba, junto a los quesos asturianos, a que el acto se celebrase para dar de comer a los amigos del galardonado. Sabando, que siempre ha tenido cierta propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable, nos hacia sentir optimistas de cara al futuro. El ex ministro Aurelio Menéndez habló de él con soltura,
cariño y generosidad. Evidenció que ha sido de todo en la medicina, que aprendió con los mejores y por eso es un excelente reumatólogo. Destacó su coherencia a lo largo de sus muchos años dedicados a la actividad política y resumió sus palabras afirmando que sobre todo es un buen paisano del Natahoyo, barrio de Gijón en el que nació.
Sabando, que deleitó a los muchos que fueron a su homenaje con alusiones constante al optimismo -término que surge del latín “optimum” y que viene a significar “lo mejor”- negó con su habitual humildad las excelencias que contaron de él y que le hacen merecedor de la “manzana de oro” y habló de su paso por la medicina, la política y la vida. Citaba a Carlos Jiménez Díaz, que da nombre a una fundación hospitalaria, y a otros maestros de la medicina española con la misma soltura que otros se refieren constantemente a Francisco Álvarez Cascos, Esperanza Aguirre, Rafael Simancas o José Luis Rodríguez Zapatero. Sabando, que está de retirada de la actividad política y ocupa una silla en el Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid, reflexionó sobre la actual situación política, dijo que hay crisis, aparte de económica, ética y avisó que, si se extiende a la ciudadanía, la crisis política llegará.
A pesar de haber sufrido en carne propia las injusticias y la ceguera de los aparatos de los partidos, sus palabras rezumaron optimismo. Se mostró convencido de que los partidos políticos, que son necesarios instrumentos de articulación de la democracia, mejorarán y terminarán escuchando las reivindicaciones de los ciudadanos antes que las órdenes de los que mandan en cada momento, y defendió, como lleva haciendo desde hace muchos años, las elecciones primarias para elegir a las mejores personas que deben dirigir las organizaciones y sentarse en los escaños de los parlamentos y los ayuntamientos.
Se expresó como un hombre de Estado cuando pidió cordura a los que usan sus siglas como arma para agredir al contrario y responsabilidad a los que se alegran de los excesos del oponente porque puede dar votos. Dejó caer que si el edificio democrático se agrieta, los perdedores somos todos los demócratas y los que se creen ganadores, unos imbéciles de miras cortas al alegrase del daño y el deterioro que sufren las instituciones. La esperanza es lo último que se pierde, en unos momentos en los que muchos estamos perdidos ante la progresiva pérdida de crédito de la clase política española. Siempre es posible trabajar para que la democracia llegue a la vida de los partidos que forman parte del entramado que sostiene el sistema democrático.
A pesar de las dificultades, Sabando, que sabe lo que es intentar cambiar las reglas de juego partidario para que nadie cuente con ventajas ni el dedo sea el método de elección, no cejó en su empeño y siguió con su optimismo hasta el momento final, cuando todos cantaron el “Asturias, patria querida” después de escuchar sus mensajes de esperanza crítica. Su último gesto, una sonrisa abierta, que en él es extraño porque cuando lo hace no lo parece. Enhorabuena, amigo y ejemplo de optimismo.