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Una mirada a Cuba

Una mirada a Cuba

domingo 05 de abril de 2009, 16:41h
El único político español relevante que ha sabido valorar en los últimos años la importancia de Cuba para España fue Manuel Fraga, quien desde la presidencia de la Xunta tomó el relevo de Felipe González, un tanto quemado con Fidel Castro, a pesar de los buenos oficios de su común amigo Gabriel García Márquez. Ni Zapatero ni, mucho menos, Aznar han querido jugar a fondo la carta de Cuba. Muchos españoles, incluso del PP, se preguntaron asombrados por qué un ex ministro de Franco, conservador, supo tender la mano a una Cuba comunista, confundiendo que una cosa es su postura inteligente de defensa de sus paisanos en Cuba y otra, oxigenar al régimen decadente de Fidel Castro, ahora administrado por su hermano Raúl. Fraga fue por libre en sus relaciones con Cuba, algo que cabreaba profundamente a Aznar, pero sabía bien lo que estaba haciendo, lo cual tradujo en planes de ayuda a miles de gallegos sin recursos en la isla y también en la creación de empresas mixtas e incluso en la liberación de presos políticos.

Si ahora examinamos la nueva estrategia de Washington para Cuba, avanzada esta semana por el diario The Wall Street Journal, podemos constatar que repite los pasos de lo que Fraga hizo varios años antes, con la única diferencia de que don Manuel no tenía detrás a los Estados Unidos sino a Galicia. El presidente Barack Obama levantará las restricciones a viajar y enviar remesas a Cuba y acompañará estas medidas, que pretende anunciar antes de la Cumbre de las Américas, a mediados de mes, con el envío de una misión del Congreso a la isla que se verá con el ministro de Exteriores y el jefe del Parlamento.

Fraga, que no es precisamente un proamericano pero que sí es lector de la prestigiosa prensa de Estados Unidos, seguramente habrá sentido una especial satisfacción al leer una noticia que parecía recordar todos sus pasos y que el entorno de Zapatero haría bien en valorar en su justa medida, ya que España -y no solo Galicia- está llamada a jugar un papel relevante en la transición cubana a la democracia. Fraga sería un buen asesor para ZP porque conoce la realidad de Cuba desde niño, por razones familiares, y porque tiene más de medio siglo de vida política a sus espaldas en los que ha estado a menudo en la isla, en misiones de muy diverso tipo. Sabe lo que es cabrearse en una mesa con Fidel Castro, sin dejar de mirarle a los ojos, y es consciente de que cualquier solución final pasa por un acuerdo entre Washington y La Habana. Lo que debería saber Zapatero es qué papel debe jugar España en la isla perdida en aquel desastroso 1898.
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