Maniere de voir, una de las publicaciones de Le Monde Diplomatique, dedica el número bimensual de abril-mayo de este año al tema de "La guerre des idées", que por razones editoriales he resumido, no de la mejor manera por cierto, como "La guerra intelectual". En todo caso, resulta más ilustrativo centrarse en el subtítulo de este número denso y polémico y que debiera ser de reflexión para los que dirigen las universidades: ¿A quién sirve el saber? Porque no se trata aquí de la típica confrontación ideológica entre militantes intelectuales de diversos partidos, sino de un análisis de las nuevas condiciones en que se encuentra el saber producido en las universidades vía la investigación y las relaciones academia-Estado-empresa privada. Es un acierto, seguramente planificado, cuando estamos a menos de cuatro meses de la II Conferencia Mundial sobre Educación Superior que organiza la Unesco en París, y cuyas resoluciones, se supone, guiarán a las universidades en el próximo decenio.
Las preguntas que el número plantea y analiza son, entre otras: ¿Cómo organizar la producción y la transmisión del saber? ¿Cuál debe ser el papel del Estado, de las revistas, de los recursos provenientes del sector privado para el financiamiento y difusión de las investigaciones? ¿Deben controlarse los recursos a priori o a posteriori para la innovación en materia intelectual?
Y, finalmente, los investigadores, los intelectuales que trabajan en las universidades, ¿siguen siendo los "funcionarios de lo universal", como decía el sociólogo Pierre Bourdieu, o se han convertido en simples especialistas programados por las instituciones que los emplean o los públicos que les pagan y les escuchan? A todas estas preguntas intentan responder los articulistas, entre los cuales aparecen algunas figuras conocidas en el mundo de las ciencias políticas, la filosofía, el periodismo y la universidad, como Claude Julien, Serge Halimi, Maurice Maschino y, por supuesto, los clásicos Noam Chomsky, Alain Gresh y Tariq Ali. Resulta curioso, por decir lo menos, que muchos de los artículos aparezcan firmados solo por las iniciales de los autores.
Resulta además aleccionador, aunque se ha dicho tantas veces, el cuadro que acompaña al artículo, "Géographie des savants", en el que aparecen a nivel mundial los gastos en investigación y desarrollo, el porcentaje de las publicaciones científicas, los porcentajes de investigadores a tiempo completo.
La región de América del Sur y del Caribe tiene, junto a Australia y a Nueva Zelandia, apenas el 3% de las publicaciones científicas, mientras Europa tiene el 40% y los EEUU, el 30%.
Los articulistas asumen un hecho que se ha producido a nivel mundial en la década de los noventa: el notable aumento de las universidades particulares y el financiamiento de las investigaciones por la empresa privada. Evidentemente, este hecho, que no puede ser ignorado ni menos satanizado a base de clichés ni nostalgias del pasado, plantea nuevos problemas que afectan al quehacer científico y a la comprensión misma de lo que es la universidad en un siglo diferente en condiciones distintas.
*ARTICULO TOMADO DEL DIARIO HOY