El Ayuntamiento de Madrid cubrirá con protectores los 82 kilómetros de guardarraíles de sus calles, la mayor parte de ellos situados en la M-30, para reducir las muertes y lesiones que estos elementos causan, sobre todo, entre los motoristas. El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, hizo público este miércoles dicho compromiso tras revisar el sistema de protección por el que se ha decantado el RACE: una malla elástica de alta resistencia al impacto que se ha instalado como experiencia piloto en el puente de O'Donnell sobre la M-30.
Aunque el RACE ha elegido este sistema tras someter a estudio varias alternativas, el Ayuntamiento convocará un concurso para escoger una protección -o distintas para lugares o situaciones diferentes- y adjudicar su colocación en los guardarraíles de la ciudad en cuatro fases, la primera, en toda la M-30, a principios de la próxima legislatura. La segunda fase sería en los puentes de esta vía de circunvalación, la tercera en las carreteras de acceso a la capital y la cuarta en diferentes puntos del interior de la ciudad.

Como recordaron en unas breves declaraciones ante los periodistas tanto el alcalde como el presidente del RACE, Juan Luis Huidobro, los guardarraíles situados en las márgenes de las carreteras son responsables del 15% de las más de 750 muertes anuales en accidentes de moto en España, que además causan más de 20.000 heridos y lesionados de diversa consideración.
El sistema avalado por los estudios comparativos del RACE permite absorber el impacto que sufre el motorista contra el guardarraíl en caso de accidente y evitar su salida bajo el quitamiedos, que a menudo se convierte, como explicó el alcalde, aficionado a las motos, en "una auténtica guillotina". Se trata de una malla o tejido elástico de hilos trenzados de alta resistencia al impacto que actúa en la parte exterior de la barrera.
Su composición es similar a la de los chalecos antibala de la policía y tiene una fuerza de retención de impacto de 40.000 kilos por centímetro cuadrado, suficiente no sólo para detener el golpe de una persona sino incluso el de un coche o un vehículo pesado.La malla, de color blanco para una mejor visibilidad y cubierta de una parafina especial que favorece el deslizamiento, va anclada al quitamiedos por arriba y a unos elementos que la sujetan a la calzada y la separan unos 30 centímetros por delante de las sujeciones de los guardarraíles.
Iniciativas municipales para los motoristas

De la instalación del nuevo sistema se beneficiarían sobre todo los usuarios de las más de 161.000 motocicletas y ciclomotores matriculados en la capital, para los que el Ayuntamiento ha puesto en marcha una serie de iniciativas que, según el alcalde, pretenden fomentar su empleo como "eficaz alternativa para desplazarse por la ciudad".
Entre estas iniciativas mencionó la creación de una red de aparcamientos exclusivos para motos de los que actualmente existen 240, con un total de 2.300 plazas. Las motos están exentas además del pago del SER y pueden acceder a los barrios en los que se ha restringido el tráfico como Las Letras, Embajadores, Las Cortes, o la Puerta del Sol. Otras de las medidas puestas en marcha por el Ayuntamiento ha sido autorizar la circulación de las motos por el carril reservado a autobuses y taxis.
Los motoristas aplauden la medida
El presidente de la Asociación Mutua Motorista (AMM), Juan Manuel Reyes, aseguró este miércoles que los motoristas han recibido "muy positivamente" esta iniciativa municipal. Reyes explicó que el dispositivo que se ha instalado en la prolongación de O'Donnell, compuesto por una malla o tejido elástico de hilos trenzados de alta resistencia al impacto que actúa en la parte exterior de la barrera, está homologado en el nivel 2, mientras que existe otro más seguro, de nivel 1, fabricado por la empresa Hiasa y que está formado por una doble bionda.
Reyes también destacó en que el coste del sistema elegido por el Consistorio es "el doble" que el metálico de la empresa Hiasa, ya que cada metro del primero cuesta unos 30 euros mientras que en el segundo caso la inversión es de unos 15 euros, en ambos casos sin instalación. Otra de las diferencias entre uno y otro es la caducidad de los materiales, ya que el instalado en O'Donnell está fabricado con un material que caduca a los cinco años, mientras que el otro no caduca hasta los 20 años. "Ya que el Ayuntamiento se ha decidido a invertir en la seguridad de los motoristas, nos gustaría que apostara por los sistemas de protección de nivel 1 porque son más seguros y, además, son más baratos", recalcó.