jueves 22 de marzo de 2007, 12:36h
Con mucha menos solemnidad que hace diez días, cuando declaró que no seria candidato a su propia sucesión el Presidente francés Jacques Chirac acaba de anunciar en una breve intervención durante la rutinaria reunión semanal del consejo de ministros, que “dará su voto y su apoyo” a Nicolas Sarkozy, candidato por la UMP - partido del gobierno- , ministro de Estado y titular de interior, precisando que deberá abandonar su cargo en el ejecutivo a partir del lunes 26 de marzo.
No es un secreto para nadie que las relaciones entre Chirac y Sarkozy han sido y siguen siendo conflictivas, a pesar de los esfuerzos de este último por hacer olvidar su « traición » de 1995, cuando partía piñones con Eduard Balladour contra el propio Chirac. Hubiese preferido el Presidente ver en la carrera del Eliseo a su delfín Alain Juppé o a su primer ministro Dominique de Villepin, que forman parte de su guardia pretoriana más fiel. Pero el primero fue condenado por la justicia y apartado temporalmente de la vida política, mientras que el segundo paga factura por desgaste en la gestión del ejecutivo. Villepin no es además hombre de partido y Sarkozy ha sabido desde el Ministerio del Interior tomar el control del aparato de la UMP, ese heredero político del partido gaullista, tantas veces remodelado en los últimos treinta años.
En esta quinta República, que algunos quieren ahora reformar, la mayoría parlamentaria se forma entorno a la figura del presidente elegido por sufragio universal y los jefes de gobierno son sobretodo fusibles, que saltan de crisis en crisis para proteger la instalación presidencial de amenazas y turbulencias habidas y por haber. El Presidente hace figura de monarca todopoderoso, e incluso en periodos de cohabitación mantiene sus prerrogativas en materia de política exterior.
El apoyo del jefe del Estado a Sarkozy ha sido muy a pesar suyo, como dicen aquí «du bout des levres», con la boquita muy pequeña, apenas susurrado, poco convencido y nada convincente. Chirac no ha tenido mas remedio que jugar esa carta tal como venia la mano, por eso de “el qué dirán”, para salvar las apariencias siempre engañosas que pueden reservarnos alguna sorpresa el 22 de abril.
¿Los chiraquianos de corazón y los gaullistas históricos se disponen a votar por el neoliberal Sarkozy? Nada hay a estas horas menos seguro. Entre el haz lo que digo y el haz lo que hago en los pasillos de la lucha por el poder las pieles de platano son legión y abundan las zancadillas. La candidatura de Francois Bayrou puede ser una enorme tentación para esa derecha que no ha digerido todavia la jefatura de Nicolas Sarkozy.
El apoyo personal de Chirac a Sarkozy me hace pensar en el sostén poco entusiasta que Francois Mitterrand ofreció al candidato socialista Lionel Jospin en las presidenciales del 95. De la misma manera que Jospin no queria asumir toda la herencia y el balance de la era Mitterrand, Sarkozy tampoco se declara heredero político de Chirac y tiene la ambición de representar la ruptura con respecto a su propio gobierno.
Hay apoyos que matan, debe pensar Sarkozy en estos momentos, pues nadie sabe a ciencia cierta si ese apoyo tan parco de Chirac le va a dar votos al candidato de la UMP ¿Le traerá beneficio o desgracia ? Sarkozy por el momento está obsesionado por barrer ampliamente a su derecha en la primera vuelta y anda echando piropos a diestro y siniestro al electorado del neofascista Jean Marie Le Pen.