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Hermann y Germán

sábado 24 de marzo de 2007, 10:01h
Ahora, la última pirueta: tras las imprudentes declaraciones de Jesús de Polanco contra el Partido Popular, el PP decide boicotear a El País y, se supone, a los demás medios de la casa Prisa, entre ellos la cadena SER. Como el PSOE boicotea –aunque en este caso no se sabe quién boicotea a quién—a la cadena de emisoras episcopales, o al programa de Sáenz de Buruaga en Telemadrid. O como, de nuevo, el PP boicotea a ese extrañísimo programa que se inventó Miguel Barroso, ’59 segundos’. O como Aznar boicoteó también a los medios polanquistas…antes de darles el control absoluto sobre la plataforma digital televisiva. El viento loco, loco, loco sigue, imparable.

Claro que nosotros estamos contra cualquier forma de entorpecimento de la circulación de la información, y por la transparencia de las fuentes. Por otro lado, que echen a Hermann Terstch del periódico en el que trabajaba desde hacía muchos años porque no comulgaba, y lo decía en tertulias mil, con la línea de su periódico, es sintomático. Como que echasen a Germán Yanke de Telemadrid para sustituirlo por alguien  que desdeña la información para convertirla en una caricatura. Que nada menos que el jefe de prensa del president de la Generalitat de Catalunya amenace a un periodista de La Vanguardia por haber publicado una información no grata sobre el Estatut, roza lo simplemente intolerable. Como intolerable es la conducta de tantos jefes de prensa que desdeñan ponerse al teléfono a buena parte de los periodistas que intentan puntualizar una información o, simplemente, obtener precisiones. O la discriminación que sufrimos los medios digitales por parte de La Moncloa…

Todo ello es verdad y habla de escaso respeto de buena parte de la clase política por los medios de comunicación. Pero nosotros, los medios, debemos aprender a respetarnos a nosotros mismos. Es verdad que los medios no tenemos toda la culpa de este clima de crispación y sectarismo reinante en la atmósfera española, pero algo de responsabilidad sí nos corresponde. El vocerío es asfixante, y muchas veces propiciado por medios de comunicación públicos, en su afan por lograr un punto más en el share. Los más histriones se enfrentan sin argumentos y con descalificaciones que harían palidecer de envidia a la mismísima clase política. Lo de la COPE matutina resulta ya simplemente grotesco, y lo peor es que a quien anima esas locuras barriobajeras le están saliendo muchos imitadores. El listón está ya muy bajo y cualquiera lo sobrepasa ya.

Cuando a la algarabía en los partidos políticos y en el llamado cuarto poder se une el estamento judicial, es cuando estamos ya perdidos. Y hay que ver las lindezas que se dijeron ayer togados magistrados y togados fiscales. Claro, entonces llega Felipe González y habla, desde su México dorado, de clima guerra civilista, advirtiendo de que no hay motivos reales para tal clima. Y tiene razón: ¿quién, quién al margen de los españoles está propiciando la crispación? Un día de estos vamos a tener que empezar a señalar con el dedo a quienes nos parecen responsables de esta asfixia que nos cercena las libertades. Hermann y Germán pueden ser apenas dos ejemplos, ni siquiera los más llamativos, aunque sí los mçás actuales.  Y no, no todos los culpables, ni siquiera los principales, están ahora en el Gobierno. Ni siquiera en la oposición. ¿O sí, que diría Rajoy?
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