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Se busca al gran crispador

sábado 24 de marzo de 2007, 14:24h
En los últimos tiempos, la crispación que exhiben los políticos ha rayado lo increíble, como si la vida, o el poder, les fuera en ello. Cuando mayor crispación, cuando más gritos y demostraciones de hostilidad contra el adversario, parece que mejor habría de irles en la gran prueba final que son las elecciones, las dos a la vista, autonómicas y municipales de mayo y generales del año que viene.

Pero es probable que se haya rozado ya, o superado ampliamente, el tope del género, y que la ciudadanía haya empezado a abominar de los crispadotes y de sus estrategas. Y no es improbable que éstos tengan que empezar a rectificar posiciones porque el hastío y la fatiga pudieran resultarles contraindicados.

Antes que otra cosa: ¿Hay razones para esa crispación insoportable, que uno y otro día se esfuerzan en mantener y hasta en incrementar algunos? Parece que no. Hay problemas, naturalmente, que tratan de resolverse. Los procedimientos para afrontarlos pueden complacer más o menos, pero no parece honesto ni razonable mantener la tensión de manera permanente y tener en vilo a la ciudadanía por conflictos aparentes y desmadrados. En los últimos tiempos e han consumido toneladas de papel exponiendo el caso De Juana, anteriormente, o el Caso Otegi, más recientemente, los dos demostraciones de una política antiterrorista que el Gobierno trata de llevar a cabo y contra la que pelea con todas sus fuerzas el principal partido de la oposición. La Constitución vigente autoriza y determina que la política contra el terrorismo la lleva a cabo el Gobierno, como siempre sucedió, y se le suponen competencias y racionalidad para hacerlo. Boicotear al Gobierno en esa tarea es, por consiguiente, inconstitucional y disparatado.

Posiblemente desde consideraciones de esta naturaleza han partido las declaraciones efectuadas por Felipe González, cuando señaló que España vive un debate político "prebélico" y una crispación política sin razón en la que sólo se emplean "descalificaciones". González manifestó que hay un clima de crispación política que empieza a calar en la sociedad, y que los ciudadanos no merecen esa situación de tensión debido a que no hay ninguna razón seria para la crispación. En opinión del ex presidente, estamos ante un invento de los políticos para hacer una "política desapegada de la ciudadanía", que tiene como efecto que se "rompan" los consensos que han "acompañado los éxitos de la democracia". En un país que va razonablemente bien, según explicó González, el clima político se hace irrespirable cada día. Y se mostró "preocupado" con la situación política de España porque "parte del encanto del ensayo español era haber superado las descalificaciones". Finalmente, advirtió de que todos los conflictos históricos "empiezan por palabras gruesas". Y que en ese territorio nos hallamos.

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