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El Partido de la Revolución Democrática se debate en una de las más profundas crisis que haya vivido desde su nacimiento. Por supuesto que en las acusaciones que sobre presunta delincuencia organizada que pesan sobre el medio hermano del gobernador de Michoacán Leonel Godoy, hay un ingrediente más que mediático –ya sería hora de que se hubiera entregado para ser juzgado- y estriba en la difícil situación que vive desde el fin de semana anterior esa entidad gobernada por el perredismo. Un grupo de delincuentes ha mostrado gran capacidad de fuego, ha retado a las autoridades federales y locales, tras la detención de uno de sus líderes, dejando un saldo de más de 20 muertos por parte de las fuerzas federales. Pese a esta situación Godoy Rangel ha dicho que no renunciará –en todo caso sería pedir licencia, pues los cargos de elección son irrenunciables-, lo cual afirma pues no existe acusación en contra suya por parte de la PGR. Mientras, el líder moral del PRD Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, se le lanzó literalmente a la yugular a los llamados “Chuchos” –Ortega, Zambrano, el mismo senador Carlos Navarrete, etc-, por no haber concretado la expulsión de Andrés Manuel López Obrador, tras la estrategia que éste armó para ganar con las siglas del Partido del Trabajo y el apoyo del ahora carismático “Juanito”, la delegación Iztapalapa, en el DF. Gran bastión clientelar y con un presupuesto anual de 3.500 millones de pesos.
Sin que se presente, por parte de los Cárdenas –Lázaro Cárdenas Batel, fue gobernador de Michoacán, antes que Godoy- un pronunciamiento en torno a la crisis de gobernabilidad que afecta a la entidad michoacana, lo único que han hecho es optar por lo que no pocos consideran sería, una fractura irreparable dentro de la izquierda mexicana, con la salida de López Obrador del PRD, que por lo que se ve y luego de la reunión que sostuvo la cúpula perredista, señala que el Sol Azteca, tendrá que trabajar como un partido bicéfalo, con dos dirigencias (la de los Chuchos y la de AMLO, con Alejandro Encinas como coordinador de los diputados del PRD En San Lázaro), a menos que se hicieran buenos los pronósticos de Cuauhtémoc.
Por lo que respecta al Partido Acción Nacional, parece que el natural divisionismo que vive tras la fuerte derrota que sufrieron el pasado 5 de julio, no modificará las variables que prevalecen dentro del actual sistema político mexicano, con un presidencialismo abierto, en donde el jefe de Estado y de Gobierno, no puede desentenderse de los asuntos partidistas. Así fue en los tiempos de Vicente Fox con Manuel Espino y así parece que será con Felipe Calderón en Los Pinos con el depuesto Germán Martínez Cáceres y ahora, con el ascenso de César Nava a la dirigencia interina del PAN que iniciará el próximo 8 de agosto. A menos que el grupo de Santiago Creel, tuviera la fuerza necesaria para hacer cambiar de parecer a los consejeros, que ya el pasado martes, rechazaron sus intentos de destituir a todo el CEN del PAN. Y Nava será quien releve a Martínez Cáceres.
En el PRI nacional, todo indica que tras el triunfo del 5 de julio y luego de las elecciones que habrá en el 2010, en 10 entidades para elegir a igual número de gobernadores, en lo que será la antesala del destape presidencial del candidato a Los Pinos en el 2011, Beatriz Paredes se quedará en la dirigencia tricolor y no podrá llegar a ser quien dirija la bancada del Revolucionario Institucional, en donde se menciona con muchas posibilidades al mexiquense Emilio Chuayffet. Se dice también en medios priístas bien enterados, que el doctor Humberto Benítez Treviño, ex secretario general de Gobierno y ex procurador general de la República , entre otros de los importantes cargos que ha tenido, por su experiencia, podría ser el dirigente cameral priísta.