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José Luis Méndez

La OEA se mete en Honduras

La OEA se mete en Honduras

viernes 17 de julio de 2009, 06:11h

José Luis Méndez La Fuente

 

La OEA se mete en Honduras

 

16-07-2009 Si  para algo ha servido  la crisis hondureñas es para, en primer lugar, poner  de relieve algunas de las actividades  proselitistas del gobierno venezolano en varios  países latinoamericanos que aunque eran harto  conocidas, no  habían sido puestas de manifiesto, públicamente, en el tapete de la política internacional y, en segundo lugar, el  triste papel que ha jugado la Organización de Estados Americanos en el manejo de la misma.

 

En efecto, si bien se había venido hablando del intervencionismo venezolano en países  como Bolivia y Ecuador, donde el modelo chavista (referéndum, constituyente, constitución nueva y prolongación del mandato presidencial)  fue exportado, o en Perú, donde el intento falló por la  derrota electoral de Ollanta Humala, pero con dineros y apoyos tácticos llevados desde Venezuela, al igual que ocurrió en la Argentina con el caso del maletín, la verdad es que hasta ahora no había habido una reacción explicita que explotara en el aire, tal como ocurre con esos fuegos artificiales que una vez arriba, en lo más alto, revientan como una granada, para iluminar todo el panorama que subyace más abajo, sin dejar nada oculto.  Tenía que ocurrir en Honduras, un pequeño país centroamericano  cansado de  tantas rebeliones, mas de 300 en toda su historia, y buena parte de ellas en el siglo XX pasado,  así como de caciquillos de ocasión, que han chupado como vampiros, la sangre de su población civil por décadas, sin ningún tipo de retribución histórica, que hayan dado significado a tanto sacrificio. Lo que hizo Zelaya fue poner, precisamente, en  peligro, esa  estabilidad que se había logrado en los últimos 30 años y que ha tenido como marco jurídico político la constitución de 1982; esa misma qué el  trató de reformar con una “ingenua” pregunta al pueblo, simplemente por ser el presidente de un país de América Latina, región mágica  donde los presidentes  pueden hacer lo que quieran, eso sí, siempre que sea  en el nombre del pueblo.

 

Y eso es lo que la O.E.A., y su Secretario General, Insulza, no han sabido, o no han querido interpretar. Se concentraron en los fuegos artificiales, pero ignorando lo que estaba entre las sombras y que todo el mundo veía. La opinión pública de esta parte del mundo, esperaba la tradicional condena a la ruptura del hilo constitucional, por parte de la O.E.A., pero también deseaba una mayor muestra de comprensión de su parte, ante la realidad latinoamericana actual. Eso sin contar la marea de incongruencias con que Insulza  manejó el asunto, tomando inicialmente una posición que lo involucraba personalmente en el problema, y que anulaba su capacidad negociadora, para luego afirmar que iba a ser  difícil reponer a Zelaya en la presidencia de Honduras.  Al final ya vimos lo que pasó y Oscar Arias, presidente de Costa Rica, y premio Nobel de la paz, terminó siendo el mediador y negociador de la crisis

 

Decíamos en nuestro artículo anterior “La Cuarta Urna o el Efecto Chávez”, que lo sucedido en Honduras marcaría un antes y un después en la geopolítica continental.  No es casualidad, a pocos días de aquellos eventos , que la ministra del Interior del Perú, Mercedes Cabanillas, insista en que hay "indicios políticos" de que grupos radicales  integrantes  del capítulo peruano de la Coordinadora Continental Bolivariana, como el movimiento Perú Pueblo, el colectivo Javier Heraud, el partido Patria Libre, la Fuerza de Izquierda Socialista y el Comité Malpica, simpatizantes  del gobierno de Venezuela, participan en las protestas sociales que se presentan en territorio peruano. La denuncia suena similar a la que se hiciera en el país centroamericano, hace meses, y que prendió la mecha de los actuales acontecimientos. Una mecha que podría volverse a encender y meter a la O.E.A. en más honduras.

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