En Madrid, médicos y enfermeros están representados de forma mayoritaria por el sindicato
Femyts y el sindicato
Satse respectivamente. Éstos aglutinan a la gran mayoría de los profesionales, pero tienen menor representación en la Mesa Sectorial de Sanidad (el foro de negociación con el Gobierno regional) que
UGT,
CCOO y
CSIT-UP ya que éstos, además de al personal sanitario, representan también al personal no sanitario de los centros. Todos ellos, con más o menos implicación a la hora de manifestarse, se oponen al actual proyecto encabezado por el consejero Juan José Güemes y así se lo han comunicado tozudamente. ¿Por qué?
Competición por el dinero

El decreto de libre elección a través de un área única arrebata el poder de decisión a las gerencias de Primaria y a los hospitales. La organización sanitaria que atiende a 6'4 millones de madrileños se centralizará en una
gerencia única. Todo ello precisamente cuando médicos y enfermeros
exigen participar directamente en las decisiones que se tomen. Lucas Fernández, portavoz de Sanidad del PSOE en la Asamblea de Madrid, advierte que la centralización es posible en La Rioja, "donde tienen 300.00 habitantes", pero no aquí con 80 millones de consultas al año y una plantilla de médicos desbordados. Caridad García, portavoz de IU, advierte que "dinamitar" la planificación solo ayudará en una dirección: sumar a los problemas actuales los problemas de los nuevos hospitales provocando un "
enorme conflicto acumulado" en la Sanidad.
La asignación de recursos supondría un grave problema añadido. Según la teoría, si un centro pierde pacientes recibirá menos inversión
cuando, en teoría, debería gozar de un impulso para mejorar. Esto, recalcan los sindicatos, viola el derecho de
igualdad de trato de los usuarios, que podrían perder un servicio o un especialista
si este no es 'rentable'. Sanidad argumenta que los movimientos de los pacientes serán el mejor termómetro para conocer el nivel de calidad en cada zona. Marciano Sánchez Bayle, médico y presidente de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, recalca que con este concepto "mercantilista" de la Sanidad se culpará al usuario cuando, en función de la demanda,
baje la inversión o crezcan las listas de espera: "Señalarán al paciente por elegir mal en lugar de a la Consejería por su ausencia de planificación".
Peligro en las reordenaciones

La relación y atención al paciente debería ser según Femyts, Satse, los sindicatos de clase y los partidos de la oposición, el nudo gordiano de la reforma sanitaria. Existiendo un área única en lugar de 11, esa relación se rompe junto con la continuidad asistencial, dado que el paciente podrá tratarse en centros de toda la región y no sólo en su centro de salud, centro de especialidades correspondiente y hospital de referencia. A nivel laboral, temen que sea la excusa para que los profesionales sean víctimas de
reordenaciones continuas, rotaciones y lo que es peor, que prime la cantidad sobre la calidad cuando se establezcan
incentivos para los médicos
que más pacientes traten.
La discontinuidad es especialmente preocupante para las
diez asociaciones de médicos que mostraron directamente a Juan José Güemes su rechazo a la nueva organización. La uniformidad, alegan, es imprescindible en cualquier especialidad, pero es absolutamente vital en
pediatría (donde los médicos ya están obligados a hacer
la mitad de sus horas en el hospital y la otra mitad en un centro de salud),
geriatría o las
enfermedades mentales y coronarias entre otras. El consejero subraya que la continuidad de un tratamiento será precisamente uno de los motivos por los que se pueda denegar un cambio de médico, pero los implicados denuncian que esto no es suficiente.
Informática en manos privadas
Las reivindicaciones no se quedan ahí, puesto que, además de médicos y enfermeros, la Sanidad Pública de Madrid también la compone el
personal no sanitario. Si en los viejos hospitales el servicio de cocina, lavandería, limpieza o cafetería ya lo prestaban empresas privadas, en los nuevos la externalización se ha extendido a los servicios de telefonía, los celadores y la
informática. Precisamente esta última es absolutamente vital para el área única, dado que todos los centros deben están conectados entre sí para que la
historia clínica del paciente o las pruebas que se le realicen puedan ser consultadas al momento por cualquier especialista.

APISCAM, el colectivo de informáticos de la Sanidad de la Comunidad de Madrid se opone “totalmente” al proyecto ya que conlleva la centralización de toda la informática de Atención Primaria en una instalación central a la que ni si quiera la Administración Pública tendrá acceso, ya que "será llevada por entero por
empresas privadas, incluidos todos los
datos clínicos de los pacientes". Domingo Sánchez, vicepresidente de la asociación, advierte que esto supone echar por tierra el trabajo de años de este colectivo con alto porcentaje de contratos precarios y al que la Comunidad ha prometido reiteradamente (sin consumarlo hasta la fecha) regularizar su situación. "La Consejería pide además la colaboración de este personal en el traspaso de datos a los nuevos sistemas sin garantizar de ninguna forma su situación laboral", concluye.
Hoy, según las propias encuestas de Sanidad, más del
90% de los pacientes califica a su médico o enfermero como lo mejor del sistema y
sólo un 3% reniega de él. La satisfacción en el trato llega al sobresaliente mientras que las listas de espera ganan por goleada en el apartado de quejas. "¿Vamos a instaurar un área única rompiendo el actual sistema para que sólo el 3% de los pacientes cambien de médico?", se pregunta Juan Luis Martín Sierra, secretario de Política Social de UGT. La cuestión que se plantea el Gobierno regional es
por qué limitar la libertad de elección cuando ésta puede hacerse realidad.