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Otoño caliente

Otoño caliente

martes 28 de julio de 2009, 13:55h
En agosto cierra casi todo. Por vacaciones, por inventario, para no perder más o por liquidación. El Gobierno también  cierra, como si no hubiera nada que hacer y ya veremos si en septiembre se reanuda el diálogo social o si se confirma el veto de Zapatero a Díaz Ferrán. Hay quien cree que es bueno que el Gobierno se vaya de vacaciones, porque eso impide que se estropeen más algunas cosas. No debería ser así, pero en Italia tienen la experiencia de que cuando hay Gobiernos en funciones la economía y el país marchan mejor. Pero estamos en vísperas de la presidencia española de Europa, de enero a junio de 2010, y la agenda interior y exterior –y no me refiero a Venezuela ni a Gibraltar- debería despejarse.

    Por eso, hay que aprovechar agosto para reflexionar. Dice Ignacio Fernández-Toxo, el secretario general de Comisiones que tanto hace recordar a José María Fidalgo que “el Gobierno se mueve en el corto plazo como si la crisis fuera a durar seis meses y Zapatero debería poner las luces y firmar un pacto político y social”. ¿Con Díaz Ferrán o sólo con los sindicatos? Los datos le dan la razón a Fernández Toxo: el peso de la economía sumergida, lo dice él mismo, “puede oscilar entre el 20 y el 25 por ciento” y ese es un torpedo en la línea de flotación de la economía. Pero hay más: por primera vez desde 1998 cae la población activa. No sólo porque llegan menos extranjeros y porque muchos se apuntan a la economía sumergida sino porque, ante la falta de ofertas, mujeres y jóvenes posponen su deseo de incorporarse al mundo laboral.

Aproximadamente en 50.000 hogares no entra ya un euro ni por sueldos ni por subsidios. Eso es un polvorín. La movilidad geográfica podría ser una solución al paro, al menos en algunas provincias, pero España es, posiblemente, el país del mundo con menor movilidad social: en el último año, sólo 48.000 personas trasladaron su residencia a otra comunidad por motivos de trabajo. Todos queremos trabajar en nuestra ciudad y, a ser posible, cerca de casa. Cada nuevo parado cuesta 28.000 euros anuales a las arcas públicas. Como la previsión es que lleguemos a los cinco millones en 2010, hagan cuentas. Sería más barato aceptar las condiciones de la CEOE que aguantar lo que se nos viene encima. Las empresas de alquiler de coches han reducido sus flotas al mínimo y lo mismo sucede con los aviones. Desde el inicio de la crisis han desaparecido cinco líneas aéreas y las que hay han retirado cien aviones del tráfico diario. Hay que evitar pérdidas.

    En definitiva, nos viene un otoño caliente. Los sindicatos pedirán un aumento del 3,8 por ciento para los funcionarios y el Gobierno ofrecerá poco o nada. Nos van a multiplicar los impuestos en lugar de reducirlos y el clima político y social se va a endurecer. Más vale tomar fuerzas. Relájense y gocen ahora si pueden.

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