Nos vamos acostumbrando en la nueva práctica política continental a las ‘pataletas’, ‘berrinches’ o ‘rabietas”. Dicen algunos sicólogos y psiquiatras que las ‘pataletas’ denotan una baja tolerancia a la frustración de no ver concretarse los deseos y aspiraciones de quien las padece, así como reflejan una gran incapacidad para enfrentar los hechos de una manera adulta.
Ante no pocos problemas, nuestros nuevos líderes suelen reaccionar con gritos, amenazas, palabras insultantes y hasta groseras. Estos episodios, que suelen tener una frecuencia semanal, se ven favorecidos por el temperamento fuerte o agresivo, aunque en el fondo el objetivo de la ‘pataleta’ o ‘berrinche’ es probar y manipular a sus subordinados, en primer lugar, a sus seguidores en segundo, y por encima de todo a sus adversarios.
Así expresan estos individuos, en forma dramática, intensa y explosiva su incapacidad de hacer o lograr algo.
Muchos identifican estos espectáculos con manifestaciones de histeria relacionadas con el estrés o algún conflicto psíquico irresuelto o reprimido.
Aconsejan los entendidos no perder la calma ante los berrinches, pataletas o ataques de histeria, no desesperarse.
Cosa grave es cuando se trata de un Jefe de Estado. Lo más prudente es dejarlo solo hasta que se calme. El principal riesgo es que, en medio de una ‘rabieta’, puede ordenar acciones o tomar decisiones respecto al destino de una sociedad, un ciudadano cualquiera, una empresa o un país en su conjunto de terribles consecuencias.