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Siglas

Siglas

sábado 05 de septiembre de 2009, 01:11h

Como era previsible, varios candidatos se quedaron sin sigla, y algunas siglas siguen buscando figuritas. Esta inflación de candidatos ch’ullas y siglas solitarias es otro síntoma de la transición en el campo político. Son señales de la carencia de arraigo social de las organizaciones políticas, una muestra de la debilidad organizativa de los partidos y agrupaciones ciudadanas. Inclusive en el caso del MAS, la organización más imbricada con la sociedad, que es tributario de las redes sindicales y dependiente del liderazgo de Evo Morales como factor que aglutina la base social y electoral.

Si así acontece en la fuerza más importante y extendida del sistema político, resulta sencillo entender los avatares y vaivenes en las filas de la oposición. Ocurrencias personales, manipulaciones mediáticas, mesianismo minimalista o simple olfato de goleador se tradujeron en un desfile de pasarela de más de una docena de personajes dispuestos a servir a la patria, restituir el Estado de Derecho, hermanar a los bolivianos, resolver la crisis global, cambiar el proceso de cambio o procesar a sus promotores.

Excepto Unidad Nacional, el partido de Doria Medina, con solidez y estabilidad pero con menos cantidad de militantes que una fábrica de cemento; y Alianza Social, de René Joaquino, intentando sin mucho éxito rebasar las fronteras potosinas; las demás fuerzas viven conflictos internos o sufren los efectos del contexto político.

El MNR debe resolver la legalidad del procedimiento de la nominación de Germán Antelo para superar los cuestionamientos en sus filas, no obstante la sigla depende de la figura del ex dirigente cívico y no al revés. Podemos sigue una caída libre desde mayo del 2008, cuando fue aprobado el referéndum revocatorio y varias brigadas departamentales se alejaron de las directrices de su jefe. Y el binomio Reyes Villa-Fernández es una estocada a esa agrupación ciudadana porque se trata de la rearticulación de ADN, incluida su sigla, sustento de la creación de Podemos hace cuatro años.

Y por el lado de los candidatos sólo queda vigente Víctor Hugo Cárdenas, en busca de acuerdos porque no tiene sigla, y surgió el probable binomio Loayza-Quispe, que andan a la caza de sigla, la que está en manos de Alejo Véliz, inaugurando una corta pero jugosa historia entre personalidades fuertes del mundo campesino indígena. Es casual, porque no creo en los determinismos, pero también sintomático que sean los (pre) candidatos aymaras y quechuas quienes anden sumergidos en la incertidumbre y es probable que terminen fuera del juego electoral. Y también pueden quedar al margen del juego los actores regionales (sobre todo las élites dirigentes de Santa Cruz antaño congregadas en una coalición dynamica) o, a lo sumo, intervendrán sin mayor protagonismo propio, en una demostración de que la política y el clima son predecibles.

Así las cosas, el desafío de los candidatos que queden en carrera será avanzar hacia el centro, allí donde pernocta el votante medio cuyo comportamiento es decisivo, pero su posición y sus posibilidades dependerán de cómo queda conformada la línea de partida, de izquierda a derecha, como en los viejos tiempos modernos.

*Fernando Mayorga
es sociólogo.

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