Cuatro orejas, cuatro. Mejor,imposible, ¿no? Al menos en cuanto a estadísticas. Porque, además, el 'mesías' ha vuelto a poner su granito de arena contra los antiaturinos, que pretenden que este 27-S sea histórico por haberse celebrado el último festejo de siempre en Catalunya, si sale adelante en el Parlament dentro de un mes y medio la prohibición de seguir con los toros.
De modo que en el aspecto mediático y estadístico,
José Tomás ha vuelto a cumplir. Pero hay algunos 'peros'. Porque la corrida -de
Núñez del Cuvillo e impuesta por el coletudo- en general fue muy justa de trapío, porque su primero, muy chico, fue devuelto a corrales, aunque luego el de Galapagar lo bordó con la muleta en una gran faena a su sustituto y se llevó las dos orejas con toda justicia, dándosele al toro, 'Jaranero', la vuelta al ruedo.
Bastante menos mereció una faena de menor calado y arte, frente al quinto, en la que hubo calidad en conjunto pero también sobraron enganchones y sólo caló hondo José Tomás con las manoletinas finales. Pero la euforia ya se había desatado y el doble trofeo en su plaza talismán fue de nuevo a sus manos.
Menos lúcido estuvieron sus compañeros
Morante de la Puebla, que cortó una oreja de su primero y se lesionó en la mano -de pronóstico menos grave- derecha al entrar a matar- y
Julio Aparicio, que mató tres y sólo lució con el capote por lo que su balance fue de ovación, pitos y pitos.
Ganado impresentable
En resumen y a modo de ficha, esto es lo que le parece a quien firma esta crónica de Barcelona, José Rafael Palomar.GANADO: toros impresentables para una plaza de 1ª, como Barcelona; en el fondo, eran novillos (tapados por la cornamenta). Sólo 2 TOROS: el 1º de la tarde, y el 5º (sobrero que lidió Tomás). El 4º (segundo de Aparicio), con indicio de manipulación de astas.
PÚBLICO: ignorante, triunfalista, aplaudiendo todo: lo bueno y lo malo. Sin criterio alguno. Los aficionados de pro -que los hay-, tapados por la masa vociferante y manejada.
DIESTROS: TOMÁS: gran faena al 2. En el 5, sucesión de enganchones, e insólito: una tanda de manoletinas, tras pinchar en el primer intento (para ganarse al personal). La segunda oreja, de pueblo. MORANTE: retazos artísticos- y sublimes de inspiración- en el único que mató, emborronados por los enganchones a las telas. Lesión de cierta gravedad en la mano derecha, producida al entrar a matar a su primero.APARICIO: algún mínimo detalle. Naufragó (aunque el público -que no debía saber ni quién era- lo trató con rácano desprecio. Desperdició a un gran toro: el 6º.
CURIOSIDADES: El fotógrafo que hace todos los jueves las fotos del reconocimiento, (para enviarlas a los medios informativos el viernes), esta vez no las hizo. Dice que
"porque la empresa no le llamó" (cuando cobra por ello). ¿Tenía miedo la empresa de que se vieran- todavía más pequeños en las fotos- los impresentables toros del excelentísimo Álvaro Núñez del Cuvillo?.
"INDEPENDENCIA". Algunos ¿críticos? no hacen la menor referencia en su crónica a la presentación de los toros (como sí escribe habitualmente en las fichas). Incluso alguno estuvo toda la tarde hablando, sin parar, con el JEFE DE PRENSA DE JOSÉ TOMÁS: Israel Vicente.
Dura corrida de Palha en Madrid
Por otra parte, en Madrid se celebró la primera corrida de toros de la Feria de Otoño con un duro y complicado encierro de
Palha, que anduvo por debajo del encastado y extraordinario con el que triunfó el ganadero portugués en San Isidro. Además, hubo las dificultades añadidas del aire y la lluvia.
Eso sí, hubo emoción a raudales, excepto con los dos primeros, flojos y masacrados en el caballo. Destacó el derroche de testosterona de
Rafaelillo frente al cuarto, el más manejable, con el que se fajó valerosamente, dándole distancia y sacándole pases por ambos pitones, aunque un pinchazo y una estocada desprendida dejó todo en una vuelta al ruedo.
El murciano había intentado algo similar en el que abrió festejo, pero el burel se dejó la vida en el penco sin que Rafaelillo lo impidiera. Cumplieron
Javier Valverde -silencio en ambos-, el más molestado por el aire, e Iván Fandiño -silencio y palmas-, que extrajo algún buen muletazo del último hasta que el bicorne se rajó.