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El futuro en Uruguay se apellida Mujica

El futuro en Uruguay se apellida Mujica

sábado 14 de noviembre de 2009, 19:49h

Si observamos el actual panorama pre-electoral uruguayo veremos elementos que no son habituales en un confrontamiento electoral. Todos conocemos la larga etapa constitucionalista en un país que fue pionero y modélico en conquistas sociales. Hubo baches, claro que si, quizás más por influencia externa ---véase U.S.A.--- que por auténtico sentimiento interior. No me olvido del tristemente célebre Pacheco Areco. Sin tener absolutamente ninguna virtud fue el candidato más votado en la historia del país. Era una mala persona. Fue un afortunado heredero ---por la muerte del “gayego” Gestido--- que se dedicó a la buena vida. Su patética acción de gobierno fue la instalación de un puente de plata para el golpe de estado. Aquel vividor quería chuparse tranquilamente su botella de guisqui sin que le rompieran el mate con cuestiones administrativas. Recordemos, de pasada, que uno de sus ministros fue el ex presidente Sanguinetti. Lo digo porque de repente parece que una nube de amnesia cubre a la hermosa Banda Oriental.

La llegada a la presidencia de otro “gayego”, el médico oncólogo Tabaré Vázquez, no fue una casualidad. Más bien se puede atribuír al desgaste de los dos partidos tradicionales [los blancos y los colorados] que se habían repartido el dulce de leche durante más de cien años. Si le sumamos la importancia demográfica de la capital tenemos la explicación del éxito del Frente Amplio. La clase media montevideana hizo presidente al doctor Vázquez. Si aceptamos que todos los índices estadísticos son favorables a la gestión que termina, habrá que sacar la conclusión de que el Frente Amplio repetirá mandato después del domingo 29 de noviembre. Pero en el Uruguay las cosas no son tan simples. Si analizamos la forma de ser de los uruguayos detectamos, aún sin ser expertos, que en las tierras de Artigas hay una predominancia del sentimiento atlántico. ¿Qué estoy diciendo? Algunos lectores pensarán que me perdí ---reconozco que a veces me sucede--- pero quizás se entienda mejor mi hipótesis si digo que en la vecina nación hermana de Argentina lo que predomina es la mentalidad mediterránea.

Estoy intentando determinar las reticencias a que el próximo presidente no sea José Mujica Cordano. Si Mujica fuese argentino hubiese arrasado ya en la primera vuelta. Es mi opinión, claro está, porque se llevó casi el 50% de los votos. No entramos a considerar el sistema electoral porque lo que interesa es llegar a las raíces de que Mujica no “robe” en la segunda vuelta. Me detengo en el “casi” que es algo totalmente uruguayo. Significa la duda o si se quiere la incerteza al igual que el típico “más o menos”. En la orilla sur del Río de la Plata un candidato al estilo desenfadado de Mujica sería ensalzado y estaría de moda. ¿Me entendés lo quiero decir? Los hombres se dejarían el bigote largo y se pondrían camisas a cuadros. Las mujeres buscarían novios que hablasen pausadamente y utilizando viejos refranes y el país se llenaría de bebés llamados Pepes. Más o menos me voy acercando a la cuestión. El tema merece una reflexión científica y desapasionada porque yo soy simpatizante del Pepe Mujica [que quede claro, eh?].

Se preguntarán de qué estoy hablando. Ta…ahora lo explico. Vamos a las capitales rioplatenses: Buenos Aires y Montevideo. Desde la época colonial fueron rivales. La pequeña ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo tenía un puerto natural estupendo del que siempre estuvo celosa su hermana mayor. Luego con la llegada masiva de emigrantes europeos a final del siglo XIX y comienzo del XX se acentúan las diferencias. Basta con ver los censos de población para constatar que Argentina es un país de descendientes de italianos [en su mayoría del sur]. Aquí está la clave que puede servir también para ser aplicada al fenómemo peronista. En Montevideo había muchos vascos [de Euskadi norte y sur]; algunos bearneses y por supuesto muchos gallegos. Eran escasos los andaluces, catalanes y napolitanos.

La introducción viene a cuento porque los montevideanos no son amigos del chiste fácil como los porteños. El humor es cosa seria en el Uruguay. En la orilla de enfrente la risa es efímera. A la mayoría de los uruguayos no les gustan nada los colores estridentes. No son amigos de festejar mucho los éxitos. Son herederos del norte ibérico al estilo gallego, asturiano, cántabro y vasco. Son del gris. Otros son del blanco o del negro, por ejemplo, los descendientes de castellanos que tienen un sentido trágico de la existencia. En la capital porteña por la mañana son del blanco y por la tarde son del negro. Los uruguayos son más líricos que festivos. En la orilla sur del Río de la Plata permanece el espíritu marinero. En la orilla norte está presente el legado de los agricultores de la vieja Europa. Los que quieran produndizar ---mís líneas son unas pinceladas desparejas--- les recomiendo lean sobre la famosa final de fútbol de 1950 en Maracaná. Busquen información sobre el gran capitán Obdulio Jacinto Varela Muíño [por los apellidos otro “gayego”: Varela=varilla y Muíño=molino] y tendrán la adecuada luz que alumbre en la identidad uruguaya.

Ahora viene la parte que muchos observadores extranjeros no entienden. Debería estar chupado el triunfo del Frente Amplio. No es así porque hai miles de ciudadanos indecisos que están dándole vueltas a la idoneidad del candidato. Fue precisamente en Montevideo, lugar de aplastante espíritu atlántico, donde el F. A. perdió más votos. Creo incluso que un sector frenteamplista se autocensuró. Eso es muy jodido pero no debemos interpretarlo como que se pasaron a los adversarios. No son desencantados, más bien al revés, son ciudadanos temerosos. Les parece que todo salió bien porque Vázquez es persona seria y educada. No les gusta Mujica porque es un chacarero sin nivel que la va a cagar. A lo mejor estoy elucubrando pero vislumbro ciertas rémoras del viejo elitismo de la burguesía montevideana. Los entiendo pero no comparto su miedo. Mujica es una persona muy culta. El que es un inculto es el otro candidato. El meollo de la cuestión está en la muy frecuente confusión entre cultura y educación. Se mantiene fuerte el equívoco de que es culto el universitario e inculto el que planta papas en Canelones. Los estudios universitarios no hacen culto a nadie, simplemente lo habilitan para el ejercicio de una profesión. Un hombre culto no afana ni desprecia a su país permitiendo que la pobreza aumente al mismo ritmo que aumenta su patrimonio. Si pensamos un poquito en lo realizado…si recordamos un poquito el pasado… si no nos dejamos llevar por la gilada blanca…seremos unos buenos artiguistas si el 29 nos acercamos a las urnas para votar por el ético chacarero que vendía flores en su juventud.

Si no lo hacemos vendrá el otro, el de la corbatita, a dejarnos en bolas.

Manuel Suárez Suárez [Especial para “Diario Crítico”]

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