La llamada izquierda abertzale insiste una y otra vez en abrir un proceso de paz en las mismas circunstancias que ha fracasado tres veces en el pasado. Ocurre que la negociación no es un medio para acabar con la violencia, en la concepción de ETA, sino un hito estratégico para seguir existiendo. Mientras ETA exista no hay negociación posible y cuando haya desaparecido no hará falta. Ese es el callejón sin salida en el que no sabe que se encuentra ETA y quienes actúan de corifeos de sus crímenes.
Es cierto que hay sectores abertzales que desearían tener una vida política
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institucionalizada, pero sólo ahora que ETA está débil y no se puede constituir en paraguas eficaz, con sus amenazas, de unas pretensiones políticas que están fuera de la Constitución y del Estatuto de Gernika. Pero al mismo tiempo no tienen el coraje de exigir a ETA que desaparezca.
ETA ha tenido muchas utilidades en la vida política del País Vasco. En primer lugar, la ausencia de una democracia normalizada ha sido caldo de cultivo de un nacionalismo irredento que se presentaba como el gestor político de la violencia y al mismo tiempo pretendía que ese nacionalismo democrático era la garantía de que no se desarrollase un nacionalismo supuestamente revolucionario.
Ahora ha sucedido un acontecimiento que da la vuelta a la situación. Existe en Euskadi, por primera vez en democracia, un Gobierno no nacionalista que está encabezando la lucha contra el terrorismo y por la normalización de la vida política en Euskadi con notable eficacia. Se ha demostrado ya que Euskadi no está condenada inexorablemente a la pinza de un Gobierno nacionalista y a la amenaza permanente de ETA.
ETA no se disuelve porque ellos y quienes le apoyan necesitan la amenaza subyacente de que ETA puede volver a matar y lo hará en cuanto no se cumplan sus expectativas. Lo que los abertzales ofrecen no es una negociación, es un chantaje en el que está pretendidamente secuestrada la sociedad vasca y el resto de la sociedad española con la promesa increíble de que si se cede a sus exigencias la violencia se terminará transitoriamente. Pretenden ser siempre la reserva militar de una Euskadi que no puede existir. Pero sobre todo ETA ya no tiene credibilidad después del atentado de la T4. Para cualquier normalización es necesario que ETA desaparezca.